Charlamos con Sri Agha, autor de Vivir sin conflicto, la sensacional propuesta espiritual y filosófica que acaba de publicar Editorial Círculo Rojo.
¿Es posible vivir sin conflicto?
La pregunta que usted plantea debería ser formulada de otra forma. La cuestión no está en si es posible o no vivir sin conflicto; la cuestión está en sí queremos realmente vivir sin conflicto. Si queremos vivir sin conflicto, podremos vivir fuera de toda conflictividad.
La pregunta, pues, debería situarse más bien en la necesidad imperiosa que tiene la sociedad actual y nosotros mismos de vivir nuestra vida libre de conflictos. Una vez reconocida la necesidad y su urgente respuesta, la posibilidad de vivir sin conflicto nacerá instantáneamente y por doquier.
Así pues, lo primero sería la toma de conciencia necesaria para que las personas que vivimos en este bello planeta reconozcamos nuestra necesidad de volver al Paraíso, es decir, la necesidad de estar libres de conflictos. Una vez reconocida la necesidad, encontraremos los medios para vivir sin conflicto.
Muchos negarán la posibilidad de vivir sin conflicto y, evidentemente, encontrarán argumentos y razones para defender su postura. Quien así lo crea desarrollará en su vida una conciencia de conflictividad y su vida será una muestra cierta de su creencia.
Nosotros apostamos por la posibilidad de vivir sin conflicto siempre y cuando hagamos el viaje de retorno a nuestro hogar, es decir, seamos capaces de vivir en el ser y no en la dictadura del pensar.
Planteas que el gran mal, el origen de la tragedia, procede del pensar. Por eso, planteas a modo de metáfora —o no—, nos expulsaron del Paraíso. ¿Cómo se hace eso? ¿Debemos, entonces, dejar de pensar?
El bien y el mal son fruto de un mundo situado en la dinámica del pensamiento donde sus hijos, la acción y la culpa generan necesariamente un mundo dual. En efecto, hablar del mal y del bien es hablar de una acción correcta o incorrecta valorada desde un juicio moral. Nuestro libro Vivir sin Conflicto quiere precisamente superar la dualidad que produce el pensamiento y librarnos así de lo que tú llamas tragedia.
El pensar es una facultad humana y, por ende, es una gran bendición y nunca una tragedia. El problema surge cuando dicha facultad se erige en dueña de nuestra persona y consigue que los pensamientos, que son su fruto, subyuguen de una forma totalitaria nuestra vida. Cuando somos lo que pensamos, hemos sido dominados y esclavizados por dichos pensamientos. El problema, pues, no está en el pensar o en el pensamiento sino en la identificación entre lo que pensamos y lo que somos. Al poner nuestro ser bajo el reinado del pensar ha nacido la tragedia y hemos sido esclavizados por los pensamientos que nos invaden a diario. Imagina a un auriga montado en su carro tirado por dos caballos. El auriga somos nosotros, el carro es nuestro cuerpo y los caballos son nuestros pensamientos. Si el auriga no es dueño de sus caballos el desenlace será trágico. Por el contrario, si el pensar está sometido al ser entonces el trayecto de la vida será exitoso.
La vuelta al Edén sucede cuando somos capaces de recuperar nuestro ser y des-identificarnos de nuestro pensar. Evidentemente, hemos usado la metáfora del Paraíso y del Pecado Original para dibujar una realidad que nadie podrá negar: vivimos en un mundo lleno de conflicto y de creciente problematicidad. Dicha experiencia conflictiva es narrada metafóricamente en libro del Génesis y este relato nos da luz para deshacer el núcleo del problema descrito.
«Darse cuenta” es el adagio que una y otra vez repites en el libro. Pero, ¿darse cuenta de qué?
Lo primero que hemos de subrayar es que el verbo “darse cuenta” es utilizado en forma impersonal. Observarás que nunca aparece “darme cuenta” sino “darse cuenta”. Esta forma verbal reflexiva pretende deshacer la identificación de un yo que ejecute una acción.
En segundo lugar, “darse cuenta” es una acción pasiva y no requiere un sujeto agente que la ejecute. Realmente “darse cuenta” es nuestro ser primordial, nuestro punto de enlace con aquello que trasciende los hechos, sucesos y experiencias que llegan hasta nosotros.
En este sentido comprenderás que no hay un “qué” de lo que hemos de darnos cuenta. Darse cuenta es la forma primordial y primigenia que tenemos de vivir. Darse cuenta es la base común y esencial que tenemos con todos los seres humanos desde que el hombre pisa la faz de la tierra. “Darse cuenta” nos traslada a un mundo completamente diferente y distinto del “pensar”. En el darse cuenta anida la toma de conciencia de todo lo que se presenta ante mí, sin juicio ni valoración; en el pensar anida el conflicto ya que lo que se presenta ante mí tiene que ser juzgado y valorado.
“Darse cuenta” es el camino de vuelta al Paraíso porque nos libera de siglos de esclavitud donde los seres humanos hemos estado atados a ideas, creencias e ideologías completamente falsas y explotadoras. “Darse cuenta” es la herramienta que hemos olvidado pero que al recuperarla nos traslada al lugar donde nuestros primeros padres, Adán y Eva, pudieron superar el conflicto de la acción incorrecta.
Por tanto, no hay un “qué” sobre lo que “darse cuenta” sino simplemente un permanecer en el darse cuenta.
¿Es la felicidad un mito, como planteas en el epílogo de Vivir sin conflicto?
La felicidad como concepto está sobrevalorada. La felicidad está idealizada y como tal es ciertamente un mito. Por el contrario, ser feliz es posible si no la identificamos con los patrones de pensamiento que actualmente recorren las ágoras de nuestra civilización. La felicidad no es abundancia sino sencillez y por tanto no se encuentra en objetos o posesiones sino en un estado personal. La felicidad por tanto reside en el ser y no en el tener, que es fruto de un pensamiento que reclama posesión.
La felicidad como meta a conseguir es claramente un mito; pero la felicidad como consecuencia de un estado de no-conflictividad es una realidad. La felicidad, como afirma Vivir sin Conflicto puede llamar a tu puerta cuando rompiendo los moldes estereotipados del pensamiento las personas vivamos en la no-identificación con las ideas o expectativas que la sociedad promete. La felicidad acontece y sucede, pero no se busca o se encuentra.
Baja la palabra felicidad se esconde un bello cuento, falso e irreal pero dulce y atractivo para el ser humano. Debemos observar con cuidado qué se esconde bajo dicha palabra y veremos multitud de pensamientos y promesas de experiencias relacionados con ella. Observa cómo las personas corren detrás de esa idea, suma de pensamientos y promesa de experiencias, y viven completamente hipnotizadas siguiendo las huellas de su elixir.
¿Es digno del ser humano vivir bajo el condicionamiento de una promesa? El libro Vivir sin conflicto intenta ayudar al ser humano a liberarse de todo condicionamiento, y también del condicionamiento de una promesa efímera y escurridiza. La felicidad o está presente aquí y ahora en tu vida o por el contrario es una promesa futura a la que sólo podemos denominar como mito.
Te retaría a que me presentases una persona feliz y no el concepto de felicidad. Podrás de nuevo observar que la persona feliz fundamentalmente está libre de todo conflicto. Vivir sin conflicto es el comienzo de la felicidad como vida y no como idea, concepto o promesa.
Lee una y otra vez Vivir sin Conflicto y podrás, de esa forma, ir superando los condicionamientos que te impiden vivir felizmente, te liberarás del mito de la felicidad y podrás por fin vivir en felicidad y liberarte del mito de la felicidad.