Esta es la historia, ficticia, o no, de Alber y Pedro.
Pedro, desde pequeño, sufrió el acoso incomprensible y devastador de sus compañeros de clase, entre otros motivos, por su tendencia sexual. Pero, además, vivió en casa la tragedia de la violencia y la barbarie, debido a que su padre, alcohólico, maltrataba sistemáticamente a su madre, una pobre mujer que, por si fuera poco, sufría las burlas y las críticas de las vecinas y de las madres de otros niños.
Alber, un joven excéntrico de Sevilla. Creyente y fiel devoto de la Virgen. Quería ser cura, y, de hecho llegó virgen hasta la universidad, aunque su intención era entrar en un seminario virgen y puro, pues apenas había salido de fiesta con esa edad, y con una moral aún condicionada por su educación y sus creencias, que le llevaba a pensar que estaba rodeado de pecadores y herejes… Aunque vivía inmerso en un durísimo conflicto interior, dado que luchaba contra sus propias inclinaciones homosexuales, que reprimía duramente porque chocaban de lleno con sus creencias religiosas… pero en las noches, a solas, fluían… «Líbrame de mí —rezaba entre dientes Alber, antes de quedar dormido».
A partir de este arranque inicial —por supuesto, no voy a ofrecer ningún spoiler— se van narrando en paralelo las vidas de Alber y Pedro. Y en esto consiste Conmigo no podéis, la sensacional obra que el escritor Alberto Vázquez Gaitán ha publicado recientemente con la Editorial Círculo Rojo.
En lo formal, cabe destacar la estructura perfecta de la obra, que va evolucionando de una manera asombrosa, atrapando al lector en una espiral, a veces desasosegante, de la que no podrá salir hasta terminar el último párrafo de la última página. Merece la pena destacar la logradísima construcción de los personajes, ricos en matices, con sus propias historias personales y con una evolución asombrosa que se va manifestando conforme va avanzando en profundidad la trama. El autor recrea sensaciones y experiencias a la perfección y logra no solo arrastrar al lector a que devore las páginas del libro, sino que consigue que empatice y haga suya la aventura, y la tragedia, de los protagonistas. Otro de los puntos más destacables de Conmigo no podéis, relacionado con esto último, es su trabajado realismo, que permite que el lector ser capaz de empatizar, desde el primer párrafo, con los protagonistas de esta trama.
Además, esta obra sugiere y propicia un gran número de reflexiones, relacionadas con las distintas problemáticas de sus protagonistas, especialmente sobre algunas de las lacras del mundo actual, como el acoso escolar —eso que los postmodernos llaman bullying—, el maltrato hacia las mujeres o los problemas del alcohol.
Como era de esperar, el autor nos lanza, con una extrema contundencia, un mensaje que, en estos tiempos convulsos en los que el fanatismo conservador parece resurgir y el prejuicio hacia la divergencia se extiende como la pólvora, se torna de lo más apropiada.
En un mundo donde existe tanto odio y violencia… ¿Cómo es posible que condenemos o sancionemos algunas manifestaciones de amor? Esto, si me permiten la licencia, me ha recordado a una noticia que leí hace no demasiado tiempo sobre la agría polémica que se había desatado después de que una marca comercial emplease una foto de un sacerdote y un rabino judío besándose en la boca como metáfora de la libertad. Es curioso que la gente se moleste por una imagen de este tipo y no por las matanzas y carnicerías que vemos sistemáticamente en los medios.
Así, esta obra transmite y nos hace pensar sobre lo duro que debe ser para un homosexual creer en una religión que considera pecado la homosexualidad, y más si
quiere ser cura —extraordinario el capítulo en el que Alber, uno de los protagonistas, acude a un psicólogo para «curarse»—; lo que nos lleva directamente al problema de la pederastia en el seno de la Iglesia, íntimamente relacionado con lo que acabo de comentarles y con la actitud de esta organización religiosa hacia los homosexuales —atención a la velada crítica hacia el Fermentum Dei, una prelatura católica, claro alter ego del Opus Dei, refugio de una de las vertientes más fundamentalistas y conservadoras de la cristiandad.
Ya lo dijo en cierta ocasión el maestro Camilo José Cela, «la más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir». Esto, precisamente, es lo que ha conseguido con una maestría sorprendente el autor de Conmigo no podéis, Alberto Vázquez Gaitán, al que habrá que prestarle atención en el futuro.
Por último, en torno a este libro sobrevuela una idea que me parece más que interesante. Todo hemos escuchado en alguna ocasión ese clásico adagio de que no
debemos mostrar nuestros sentimientos en público ni exponer nuestros puntos débiles, ya que, como alguna vez escuché por ahí, «los buitres se abalanzan sobre los animales heridos». Y todos, siguiendo este consejo, nos hemos construido armaduras que oculten y protejan lo que somos en realidad y que solo nos quitamos ante aquellas personas que, creemos, ni son ni serán buitres. O cuando «disfrazamos» nuestras «movidas» interiores por otros canales.
En resumidas cuentas, una obra poliédrica, transversal y compleja, a la par que bella, emotiva y sensacionalmente construida; una estupenda novela que hará las delicias de jóvenes y adultos y que, además de entretener, conduce a un montón de lecturas distintas y permite ejercitar el coco y la conciencia, que falta hace.
Pero sobre todo, este libro destila libertad. A raudales. Libertad de amar, libertad de sentir, libertad de vivir.