«¿Qué sería de la mente humana sin una dosis de fantasía que la estimule?», se pregunta al principio de este libro el protagonista de esta historia, Eligius —o Arakobi… cuando la lean entenderán por qué de este otro nombre—. Y tiene razón. Sin fantasía no somos nada. Quizás sea ese el auténtico rasgo que nos hace humanos…, nuestra capacidad para fantasear. Todo lo demás, incluido el arte, procede de ahí. De la fantasía. Michael Ende lo expresó mejor que nadie en La historia interminable.
—Niño tonto, no sabes nada de la historia de Fantasía. Es el mundo de las Fantasías humanas. Cada parte, cada criatura, pertenecen al mundo de los sueños y esperanzas de la humanidad. Por consiguiente, no existen límites para Fantasía…
—¿Y por qué está muriendo entonces…?
—Porque los humanos están perdiendo sus esperanzas y olvidando a sus sueños. Así es como la Nada se vuelve más fuerte.
—¿Qué es la Nada?
—Es el vacío que queda, la desolación que destruye este mundo y mi encomienda es ayudar a la Nada.
—¿Por qué?
—Porque el humano sin esperanzas es fácil de controlar y aquél que tenga el control, tendrá el Poder.
Eligius: secretos prohibidos, la sensacional obra escrita por Mario Andrés Laguarda y publicada por la Editorial Círculo Rojo, es pura fantasía, aunque, como veremos, es mucho más. Es una historia perturbadora, dramática, complicada e inquietante, en la que se mezcla de forma magistral, aunque algo alocada, la fantasía con el misterio, la aventura épica, el drama social y el erotismo. Es una historia dura y complicada —un buen ejemplo es la escena en la que (spoiler) el protagonista es sodomizado por un grupo de malhechores violentos y desalmados—, en la que, por si fuera poco, salen a relucir números conflictos cotidianos y humanos, demasiado humanos, como el complicado tema de la custodia de los hijos tras la separación de sus padres o la situación en la que viven los sin techo.
En lo formal, cabe destacar la estructura perfecta de la obra, que va evolucionando de una manera asombrosa, atrapando al lector en una espiral, a veces desasosegante, de la que no podrá salir hasta terminar el último párrafo de la última página. Merece la pena destacar la logradísima construcción de los personajes, ricos en matices, con sus propias historias personales y con una evolución asombrosa que se va manifestando conforme va avanzando en profundidad la trama. El autor recrea sus sensaciones y experiencias a la perfección y consigue no solo arrastrar al lector a que devore las páginas del libro, sino que consigue que empatice y haga suya la aventura, y la tragedia, del protagonista.
Pero sobre todo, este libro destila libertad. A raudales. Libertad de amar, libertad de sentir, libertad de vivir. Pocas veces he podido leer una historia de amor entre personas del mismo sexo tan maravillosa como esta. No quiero hacer spoiler, aunque en una reseña sea prácticamente imposible evitarlo, pero les puedo asegurar que la historia de Roko y Eligius es de la que hacen historia, valga la redundancia. Las escenas eróticas son tan sublimes como sinceras, directas y apasionantes. Es aquí donde el autor da lo mejor de sí para describir de una manera tan elegante como vivida la pasión sexual sin caer en ningún momento en lo soez. Al contrario.
Además, de pasada, pero con una extrema contundencia, el autor nos deja un mensaje que, en estos tiempos convulsos en los que el fanatismo conservador parece resurgir y el prejuicio hacia la divergencia se extiende como la pólvora, se torna de lo más apropiada. Podría escribirla yo, pero él lo explica mucho mejor: «En un mundo donde existe tanto odio y violencia… ¿Cómo es posible que condenemos o sancionemos algunas manifestaciones de amor?». Cuánta razón tiene. Esta frase, si me permiten la licencia, me ha recordado a una noticia que leí hace no demasiado tiempo sobre la agría polémica que se había desatado después de que una marca comercial emplease una foto de un sacerdote y un rabino judío besándose en la boca como metáfora de la libertad. Es curioso que la gente se moleste por una imagen de este tipo y no por las matanzas y carnicerías que vemos sistemáticamente en los medios.
Y no solo eso. Como ya les adelantaba, en Eligius: secretos prohibidos, el lector encontrará algunas reflexiones interesantes, sensatas y acertadas sobre algunos temas preocupantes de nuestras sociedades actuales. Ya lo dijo en cierta ocasión el maestro Camilo José Cela, «la más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir». Aunque, volviendo a Ende, nunca hay que separarse de la fantasía: «Entre la realidad y lo fantástico existe, en efecto, un sutil equilibrio que no debe perturbarse: separado de lo real, lo fantástico pierde también su contenido».
En resumidas cuentas, una obra poliédrica, transversal y compleja, a la par que bella, emotiva y sensacionalmente construida. Lo tiene todo para triunfar.
Más sobre el libro: https://editorialcirculorojo.com/eligius-secretos-prohibidos/