En este relato, queda al desnudo una comunidad internacional que ha hecho del engaño y la injerencia insolente el motor de las relaciones con los países del tercer mundo. Los datos recopilados, las pruebas reproducidas aquí son estrictamente verídicas y llaman a la reflexión, a una toma de conciencia por parte de los africanos, y de los hombres de bien de todo el mundo, que la lucha por las independencias no ha terminado; la batalla por el respeto de la soberanía de unos por otros, el respeto de la condición humana de los habitantes de este sufrido continente no ha hecho sino recrudecerse, no ha hecho sino crecer; porque el blanco de Europa – concretamente en sus círculos del poder político y de los grandes negocios – el antiguo colonizador y explotador sigue considerando al africano como mero esclavo y guardián, en su suelo patrio, de unos recursos que siguen perteneciéndole y tiene todo el derecho de venir a recuperarlos cuando quiera, no necesitando para ello permiso de nadie.