Movido por las circunstancias, Dionisio decide contar por primera vez unos hechos vividos por él en los años sesenta, cuando W. Schüle y M. Pellicer realizaban investigaciones arqueológicas en las motillas de Manzanares y Alcázar de San Juan.
Evocará así su juventud de jornalero y vividor en el Ciudad Real de la época, donde conoció a dos miembros de este equipo de arqueólogos, el doctor Wind y su compañera Jacqueline. Convertido en guía ocasional de ambos, y tras una entrevista con el deán de la capital, los tres terminan embarcados en una aventura en la comarca de Daimiel, donde el chico y la muchacha experimentan cambios inexplicables en sus personas: un hambre extrema, una atracción sexual desaforada, un miedo inconcreto sin sentido ni causa… Ambos viven experiencias tan increíbles que hasta el mismo Dionisio, en algún momento, llegará a dudar de que fueran ciertas.