Es más que evidente que la novela de suspense sigue siendo uno de los géneros más leídos, aunque también continúa formando parte, junto a la ciencia ficción o la fantasía épica, de ese grupo de géneros criticados por los snobs intelectualoides que, desde las alturas de su supremacismo literario, consideran que este tipo obras son «para todo los públicos» y no reconocen el valor que muchos títulos tienen. Afortunadamente, hace tiempo que esto comenzó a cambiar. Y lo ha hecho gracias a obras como esta, El secreto de la cuevona de Los Remedios, de Vicente Castro i Álvaro, publicada recientemente por Editorial Círculo Rojo.
De forma resumida, la novela, inspirada en hechos reales, según indica el propio autor, cuenta lo siguiente: año 1944. Posguerra española, solo cinco años después de finalizar la Guerra Civil. Ramón, cabo primero del ejército de Franco, alistado en Madrid, en el Destacamento de Transmisiones de El Pardo, haciendo la mili, viaja hasta su pueblo un fin de semana con un extraño cometido.
Unos días antes había recibido un misterioso telegrama, que incluía la palabra «RATÓN» (una alusión velada hacia él) y una serie de números. Después de desencriptarlo, lo destruyó. ¿Qué escondía el telegrama? En un primer momento sospechó que es cosa de un antiguo contacto que practicaba, como él, el estraperlo. No era cosa suya, pero aprovechó la ocasión para intentar conseguir penicilina, ya que Indalecia, la hermana de su mejor amigo, Mateo, había sido herida en una pierna y podía perderla si no se detenía la infección.
A partir de esta premisa (encontrar una cura para la chica) se desarrolla una complicada trama, llena de suspense, en la que intervienen unos laboratorios médicos, contrabandistas sin escrúpulos, militares corruptos… y que termina de una forma sorprendente.
Desde una perspectiva puramente formal, destaca la capacidad del autor para crear el necesario suspense, característica esencial de la novela negra, aunque esta no lo es. Lo hace, como es habitual, dosificando la información y creando tramas paralelas, consiguiendo con ello que el lector no pueda despegarse del libro hasta pasar la última página.
Además, la prosa de Vicente Castro i Álvaro brilla de manera especial en las descripciones de ambientes, consiguiendo transportar al lector a cada uno de los lugares en los que se desarrolla la acción del libro.
Como debe suceder en una buena ficción, los personajes se van construyendo como un engranaje al que se le van agregando, poco a poco, dosificada pero insistentemente, nuevas piezas. Por si fuera poco, se trata de personajes riquísimos, complejos y poliédricos. Nuestro autor va aportando y construyendo poco a poco sus particulares historias y sus interrelaciones, y lo hace con calma, con la precisa intención de que el lector vaya empatizando de forma paulatina con ellos —o no— y consiga comprender sus pensamientos, sus intenciones y sus complejidades.
Esto provoca una experiencia inmersiva en el lector, algo que puede parecer fácil de hacer, pero que solo consiguen los maestros de la pluma.
Por supuesto, también ayuda el lenguaje cercano y realista que imprime a los personajes, muy del día a día de la época —además, se ajusta a la posición social y al nivel educativo de cada uno de ellos—, lo que permite que el lector empatice con los actores de esta novela; así como la estructuración a base de continuos flashbacks que aportan información sobre hechos paralelos y/o anteriores o sobre algunos de los personajes.
Y todo esto sin olvidar el exquisito y metódico trabajo de recreación histórica, fruto de las propias experiencias del autor, de los conocimientos que recibió de su familiares —especialmente de su padre, su principal inspiración— y de su propia investigación documental, que ayudan a contextualizar a la perfección de la novela. Así, el autor consigue realizar un recorrido excepcional por la posguerra española inmediatamente posterior a la Guerra Civil.
Especial atención merece un elemento, característico de la buena novela de suspense que aquí brilla en todo su esplendor: nada es lo que parece. Las tramas de este género suelen incluir giros que rompen por completo la historia y que provocan que el lector quede descolocado. En El secreto de la cuevona de Los Remedios sucede varias veces y, además, nos conduce a un final sorprendente y poco previsible. Lo soñado para una novela de este tipo.
En resumidas cuentas, una novela extraordinaria que hará las delicias de los aficionados a las buenas tramas, al género del suspense y a las historias con personajes complejos y nada maniqueos. Una grata sorpresa y todo un soplo de aire fresco en la narrativa histórica española contemporánea. Absolutamente recomendable.