Lo reconozco, soy un apasionado de las obras de ficción que juegan con los viajes en el tiempo, en parte por el sinfín de posibilidades narrativas que ofrecen. Estas historias, a menudo, no solo entretienen, sino que también invitan a la reflexión sobre temas profundos como el destino, la causalidad y la naturaleza de la realidad misma. Al jugar con la secuencia cronológica de los eventos, estas obras desafían nuestra percepción del tiempo, uno de los conceptos más fundamentales y misteriosos de nuestra existencia. Tanto en la literatura como en cine, han servido como un poderoso vehículo para explorar la condición humana, presentando escenarios que cuestionan nuestras elecciones, moralidades y el tejido mismo de nuestra historia, además de permitir a los autores y a sus lectores examinar de manera creativa las experiencias humanas a través de diferentes épocas.
Sin embargo, la literatura en castellano no se ha prodigado mucho con este subgénero —y eso que una de las primeras obras fue de un español: El Anacronópete, de Enrique Gaspar y Rimbau, publicada en 1887—. Por eso es de agradecer la publicación de esta monumental (casi 900 páginas) y entretenidísima novela, La plegaria del ángel; el sueño de un rey, de David Llinás García, recientemente publicada por la editorial Círculo Rojo.
La trama comienza con el protagonista de la novela, Víctor, despertándose en un estado de semiconsciencia y luchando por distinguir entre la realidad y los retazos de un sueño. Se siente profundamente desorientado y lucha contra lo que parece una pesada resaca, y algo confundido por el ambiente frío, inusual para el mes de mayo en Madrid. Y pronto percibe que está en un lugar desconocido, lo que le provoca un choque y desconcierto intensos. No encuentra sus pertenencias habituales y, en cambio, se ve vestido con ropas antiguas y desgastadas. Explora su entorno, que describe como un cuarto sucio, infestado de insectos y con un aspecto desolador, muy diferente de su casa.
Al mirar fuera, se queda paralizado por lo que ve, un ambiente que parece pertenecer a otro siglo. Los atuendos de las personas que ve parecen sacados, y esto, junto con la ausencia de tecnología moderna y la presencia de carros tirados por caballos, le confirma que algo extraordinario ha ocurrido. Pronto descubre la verdad: está en su ciudad, Madrid, pero en el 15 de enero de 1775, bajo el reinado de Carlos III.
Víctor sigue sin creer lo que está sucediendo y piensa que todo es una broma. Aturdido, se lanza a la calle para ver si consigue entender algo, pero termina siendo asaltado y pierde el conocimiento. Cuando despierta, está de nuevo en su época. Aturdido, duda de si aquella experiencia había sido real. Pero pronto descubre que había pasado un día entero. ¡Aquello había sucedido de verdad!
Por otro lado, mantiene una relación complicada con Julia, en parte porque él se siente confundido y dividido entre su deseo y la necesidad de mantener una cierta distancia para protegerse emocionalmente. Por su parte, Julia se siente frustrada y despreciada.
Mientras tanto, en el Madrid de 1775 tiene lugar un terrible crimen que comienza a investigar Ramiro, alcalde del barrio de Santa Cruz.
Y de pronto, Víctor despierta de nuevo en el pasado, en este caso junto a Inés, una chica que le ha cuidado durante un par de días que ha permanecido inconsciente y hacia la que pronto sentirá una fuerte atracción.
La historia continúa con varias tramas paralelas: por un lado, se producen más asesinatos, que parecen estar conectados entre sí y relacionados con un oscuro contubernio secreto, y en los que Víctor termina implicándose; por otro, la imposible historia de amor con Inés. Y hasta aquí puedo leer. Como comprenderán, no puedo desvelar en exceso el contenido de esta obra. Si quieren saber más, tendrán que hacerse con ejemplar de esta extraordinaria monumental novela.
Desde una perspectiva puramente formal, merece la pena destacar la elaborada y correcta prosa que desarrolla el autor, que se adapta perfectamente a los cánones de los dos tiempos en los que transcurren las tramas; su capacidad para generar diálogos serios y creíbles; la habilidad para generar tensión desde el primer momento, generando una atmosfera inmersiva en la que atrapa al lector y le obliga a continuar leyendo hasta el final —y qué final—, pese a que se trata de una obra extensísima. Les puedo asegurar que termina haciéndose corta, y conseguir eso no es nada fácil.
Esa experiencia inmersiva se ve reforzada por la excelente construcción de los personajes, complejos, nada maniqueos, con claroscuros y contrastes, poliédricos, creíble y con vastos mundos interiores que vamos descubriendo conforme avanza la historia. Esto hace que el lector empatice y entienda sus motivaciones, su objetivos, sus dramas personales y sus acciones.
A esto hay que sumar la excelente descripción de los distintos lugares en los que se desarrollan las tramas, siempre en el omnipresente Madrid, del pasado o del futuro, que termina convirtiéndose en un personaje más de la novela. David Llinás García nos muestra una ciudad de contrastes y misterios, un crisol donde convergen la historia, la cultura y las intrigas, una vibrante capital, en plena era de la Ilustración, bajo el reinado de Carlos III, se encuentra en un proceso de transformación y modernización, reflejando los cambios y tensiones propios de una sociedad en evolución. Con sus contrastes sociales y económicos, perfectamente descritos, es un reflejo de la diversidad de sus habitantes: desde la nobleza y los comerciantes prósperos hasta los artesanos, mendigos y criminales. Madrid se convierte, insisto, en un personaje más de la narrativa, un ente vivo que respira y palpita al ritmo de los acontecimientos que se desarrollan en su seno.
Y esto nos lleva a otro de los grandes valores añadidos de La plegaria de un ángel: la brutal labor de investigación que ha debido realizar el autor para reconstruir de forma tan acertada y precisa cómo era la vida en el siglo XVIII en Madrid.
En resumidas cuentas, una obra brillante, muy entretenida y adictiva que hará las delicias de cualquier tipo de lector, en especial los aficionados a las novelas históricas, a los viajes en el tiempo e, incluso, a las ficciones policiacas. Lo tiene todo para triunfar.