¿Amor o desamor? ¿Qué motiva más al poeta?
Ambos por igual, ya que considero que son uno solo. El amor engloba TODO: cuanto mayor es el fuego o el hielo, mayor es la respuesta poética. Encuentro la misma belleza en ambos.
Soy enfermera y haber estado en primera línea en la lucha contra el coronavirus me ha inspirado muchísimo en los últimos meses. Ser testigo en una UVI de esos capítulos de los pacientes (en ocasiones sus últimos capítulos) ha desarrollado en mayor medida un tipo de escritura que lleva implícito el agradecimiento por estar vivo, es decir, el AMOR a la vida.
¿Por qué la poesía como mecanismo de expresión?
No he encontrado otra mejor. La poesía es tan inherente a mí como la piel. La sensación de libertad que siento cuando escribo es indescriptible, no sé gritar de un modo más bonito. Es la salida de emergencia a cualquier problema.
No he elegido la poesía, estoy convencida de que la poesía me ha elegido a mí.
En Chinchetas en la cama dedicas versos a los temas más diversos. Pero, ¿dónde te encuentras más cómoda?
En el tema del aprendizaje a través de las emociones y eso abarca cualquier tipo de emoción, aunque, sin duda, la que más me desnuda es el amor. Cuando mis sensaciones son traducidas con poemas puedo llegar antes a tener conciencia de aquello que estoy viviendo, cómo lo estoy sintiendo y, por ende, la gestión de esa emoción comienza de una manera más sana. Cuando me he desgarrado o he bailado con palabras puedo entender mejor por qué me siento de esa manera y qué lección hay detrás de ello. Es absolutamente sorprendente la gran cantidad de miedos y fortalezas que he descubierto después de «escribirme».
¿Cómo recomendarías Chinchetas en la cama a sus potenciales lectores?
Diría que es una obra versátil con metáforas que van desde la dulzura hasta la irreverencia del sarcasmo. Cualquier emoción tiene asiento en esta obra. Empatiza con muchas experiencias que vivimos en el día a día.
Es un himno a la belleza en todas sus formas que lleva un mensaje camaleónico en los distintos poemas: Todo en la vida ocurre como debe ocurrir para enseñarte algo y el mejor maestro es el dolor.
¿En qué género clasificaría Chinchetas en la cama?
Verso libre ( poesía moderna).
¿Se atrevería con otro género literario?
Me atrevería sin duda con el relato corto y quizás algún día con una novela autobiográfica. Mi vida ha estado llena de contrastes y una trayectoria en forma de dientes de sierra. Escribir siempre fue la mejor terapia para sobrellevar ese éxtasis de intensidad y ha servido para dar gracias por absolutamente todo lo que he vivido y sufrido, ya que ello me ha convertido en la mujer que soy hoy. Si tuviese que elegir el arma que me hizo luchar sin descanso y levantarme mil veces sería, sin duda, LA POESÍA.
¿Algún proyecto en ciernes?
Más poesía con un formato más original. Ver mi sueño hecho carne ha sido un gran empujón para seguir bailando con las letras con más ganas que nunca.
¿Cuáles son sus principales influencias literarias, filosóficas y artísticas?
En Platón encontré algún mito lleno de semillas que dieron sus frutos en muchos poemas. Dos óperas: Turandot y Tristán e Isolda han decorado muchos de mis delirios.
La mitología griega y la astronomía han sido músicas celestiales en noches hambrientas de poemas. En cuanto a fuentes poéticas se encuentran en mi estantería: Ana María Drach, Irene X, Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik y Marwan entre otros.
No obstante, la mayor influencia de mi obra ha sido mi hijo que con siete años me ha enseñado cosas que no han hecho hombres en cuarenta.
¿Ha recibido ya algún feedback de los primeros lectores?
Desde luego, y ha sido imprevisiblemente maravilloso descubrir que muchos estereotipos y prejuicios en torno a la poesía han sido derribados en algunas personas tras leer mi obra. Hasta ahora las críticas han sido muy positivas, pero sin duda lo más satisfactorio es haber podido escuchar el eco de mi obra con distintas voces, lo cual me parece impresionante, ya que los mismos poemas han revelado y traducido cada corazón en dialectos distintos de un mismo idioma.
¿Quién es?
Victoria García Puente Conde nació y creció en Madrid, donde se forma como enfermera y a día de hoy una UVI la abraza cada noche. Se convierte en tripulante de cabina pero decide usar las alas en el azul cielo de un hospital y las fortalece todas las semanas golpeando un saco de boxeo donde nos deja claro que pasión y poesía son altamente compatibles. Amante de la cultura egipcia adoptó el nombre de Nea Thea, seudónimo con el que firma este poemario que no dejará a nadie indiferente. En cada despertar encuentra un sueño. Aquí vemos uno de ellos: abrir la jaula a sus poemas y echarlos a volar.