Entrevistamos al economista madrileño Álvaro Lodares, autor de ¿El final de la crisis?, una obra recientemente publicada por Editorial Círculo Rojo.
¿Es necesario reducir el tamaño, el poder y las funciones del Estado?
Es muy necesario reducir ese tamaño y poder para devolvérselo al ciudadano. Dar libertad a la gente para elegir en numerosos campos me parece primordial. Las personas sabemos mucho mejor lo que nos conviene, o no, que el burócrata de turno.
¿Subir impuestos o rebajar el gasto?
Soy partidario de reducir el gasto, aunque estoy poco esperanzado al respecto. La política fiscal de un tiempo a esta parte se basa mucho más en subir impuestos que en reducir gasto y creo que por ahí va a seguir transitando. Dicho lo cual, hay maneras de actuar sobre los impuestos más o menos dañinas. Soy más partidario de actuar sobre imposición indirecta que directa.
¿Cómo encajan las necesarias medidas de ayuda social a los menos favorecidos con las políticas liberales?
Las políticas liberales son las que más favorecen precisamente a la gente menos favorecida o con menos recursos. Que más recursos queden en poder de los individuos precisamente favorece a la gente. La mejor política social es la creación de empleo y por ello abogan también las políticas liberales. Por tanto, a pesar de muchas veces la mala prensa que tienen, son las ideas liberales las que crean mayor prosperidad, mayor bienestar y mayor riqueza para todos los individuos. Incluidos los que menos posibilidades tienen.
¿Cómo ve la situación política y económica de nuestro país tras la victoria del PSOE en las últimas elecciones?
La veo con nubarrones en el horizonte. Veo que se aboga por subidas de gasto público y no me parece el camino apropiado. Seguimos teniendo una deuda por los aires y no nos dedicamos a reducirla, sino que más bien parece que no nos preocupa. Seguramente ocurre esto porque lo estamos fiando todo a la política monetaria. La política monetaria ultraexpansiva hace que los países endeudados lo fíen todo a la misma y no se dediquen a hacer las reformas necesarias. Luego, cuando la política monetaria cambia, vienen los problemas serios, que fue lo que nos pasó en 2007-2008.
Veo (y espero que no ocurra) que el gobierno del PSOE amaga con derogar la reforma laboral. Me parecería un error. La reforma laboral actual si bien es incompleta, ha favorecido primero el parón en lo que se refiere a la sangría de destrucción de empleo que estábamos viviendo anteriormente, y después, también ha favorecido la creación de empleo. Lo que habría que hacer con el actual marco laboral es mejorarlo para liberalizar más nuestro todavía muy estrangulado mercado laboral. Dar marcha atrás sería un serio error. Por tanto veo la situación política inquietante.
¿Por qué las ideas liberales no tienen una acogida más amplia en la España actual?
Pues quizás porque los liberales cometemos algunos errores y no sabemos explicar bien nuestras ideas. Y cuando nos dan un marco para que las expliquemos, digamos que no lo hacemos de la mejor manera. También creo que ocurre porque las ideas liberales (al contrario de lo que puede parecer) son antiintuitivas. Lo intuitivo es el socialismo. Lo intuitivo es decir si vemos un pobre, démosle dinero. La explicación liberal de que lo que hay que hacer para acabar con la pobreza es facilitar marcos institucionales sólidos que hagan que las personas puedan salir de la pobreza; en la mitad de esa explicación, el público se te ha ido con el socialista que dice lo de demos dinero y acabaremos con la pobreza. Como digo, los liberales tenemos que explicar mejor en qué consiste el liberalismo y aclarar por ejemplo que el liberalismo no es única ni principalmente economía. Uno no puede ser liberal a tiempo parcial. El liberalismo tiene una parte, casi me atrevería a decir principalísima, que no es económica (y lo dice un economista).
¿Qué opina usted de las corrientes anarcocapitalistas?
Todas las ideas tienen su extremo. Estas ideas, para las que parece que el liberalismo se les ha quedado pequeño, me parecen extremas y hacen un profundo daño a las ideas liberales. Además, son ideas imposibles de llevar a la práctica, y el que piense lo contrario llevado por su animosidad se equivocará. Unos señores que dicen que Adam Smith o Milton Friedman son peligrosos socialistas, están situados de una manera clara en el sectarismo. Además tienen (según pregonan ellos) como maestros a Hayek y Mises, que de anarcocapitalistas no tenían nada. Por cierto, es curioso que casi todos los que se definen como anarcocapitalistas quieren que todo sea privado (incluso el aire, no es broma), pero todos trabajan y, por tanto, cobran de lo público, cuando tendrían claras opciones de trabajar en el sector privado. Así que además de sectarios son poco congruentes con su filosofía. Creo que los anarcocapitalistas son unos personajes muy caricaturescos, pero que debido a esas ideas extremas hacen un flaco favor a las ideas liberales defendidas con seriedad.
¿A qué se debe que un país como Estados Unidos, de talante abiertamente liberal, haya entrado en una espiral proteccionista en sus guerras económicas?
Es verdad que en EEUU vivimos un fenómeno preocupante que se amplía a otros lugares que aboga por el proteccionismo, por el populismo y por las guerras comerciales. El propio Trump piensa, y lo ha dicho, que las guerras comerciales son divertidas, útiles y fortalecen a quienes las llevan a cabo. Todo es falso. Desde la casa Blanca, y, como digo, ampliándolo a otros lugares, se está intentando acabar con lo que conocemos como democracia liberal para sustituirla por una democracia iliberal. Los que creemos en la libertad debemos procurar que personajes como Trump no acaben venciendo y llegando a cumplir ese sueño. Los populistas proponen soluciones teóricamente fáciles a problemas muy complejos. Hay ocasiones en el que el proteccionismo llama la atención de la gente, pero hay que seguir denunciando la falsedad y la peligrosidad de estas políticas. Ya en los años 30 vimos los resultados del proteccionismo, de la autarquía y de los países que se cerraron hacia dentro. No volvamos a cometer esos gravísimos errores.
Si tuvieses que recomendar ¿El final de la crisis?, ¿cómo lo harías?
Es un libro que explica en primer lugar cómo se salió de forma técnica de la crisis y cómo empezamos a crecer y crear empleo. Pero ese crecimiento se dejó por el camino el hacer reformas de calado que podrían situarnos de nuevo en problemas cando llegue una nueva crisis (que llegará). El libro se vuelca mucho en España, pero también habla de la situación internacional. Y rompe con una cantinela que siempre se nos achaca a los economistas. Siempre se nos dice que hablamos de las crisis una vez han pasado. En este libro se habla de reformas que deberíamos hacer ya para que en el momento en que vuelvan las vacas flacas estemos mejor preparados. Nadie podrá decir que nadie avisó al respecto.
¿Algún proyecto literario en ciernes?
En principio, seguir defendiendo este reciente libro del que estoy muy satisfecho, y en el futuro, más que probablemente, surgirán cosas nuevas.
¿Le gustaría explorar algún otro género literario?
No me cierro a ello. Siempre he tratado el tema económico en todos mis trabajos y libros. Como suelo decir es «deformación profesional», pero no me cierro en absoluto a otro género literario. El futuro dirá.
¿Quién es?
Nacido en Madrid en 1982. Economista. Autor de Cartas de un culpable liberal, Escritos liberales, Desde la libertad, Contra el intervencionismo, Pobreza y mercado y De la nueva política. He sido columnista en MadridCode y El Semanal Digital. Colaborador en Gestiona Radio.