Me enfrento a una de las reseñas más difíciles que he escrito nunca. ¿Cómo reseñar un libro infantil con muy poquito texto y unas cuantas ilustraciones? Después de muchas vueltas, encontré el camino. El camino del amor.
El libro se titula Bruja Anna, y es una brillante obra infantil escrita por Georgiana Bulancea. La historia es extremadamente sencilla, pero en su sencillez está la clave del extraordinario mensaje que encierra. Cuenta la historia de una bruja buena que un día percibe que el mundo no le ofrece lo mismo que ella regala a raudales: amor. Hasta que de manera imprevista termina conociendo a un humano, y se enamoran perdidamente.
Pero no es oro todo lo que reluce, como dijo Tolkien. Ella, por algún motivo que no conseguía comprender, y pese a que había tenido dos hijos con aquel humano, no era feliz, y poco a poco se fue apagando, hasta que…
Hasta aquí puedo leer, claro. Si quieren saber más, tendrán que leer este precioso cuento que, a mí entender, incluye algunas lecturas y aprendizajes excepcionales y más que necesarios.
Por un lado, esta obra demuestra lo sencillo que es provocar suspense con muy pocas palabras. Pero, sobre todo, invita a la reflexión. Sí. ¿Qué reflexión se puede extraer de aquí? Lo explico, pero antes viajemos en el tiempo, a un momento no determinado de siglo V a. C., y en el espacio, a Nepal. Allí, un joven rico llamado Siddharta Gautama, tras tomar conciencia de lo efímera y dura que es la vida, marchó en busca del sentido de este valle de lágrimas. Probó con la vida ascética, pero no le convenció. Probó con el yoga y la meditación, pero tampoco. Probo con la renuncia a todo y la mortificación, pero ni con esas. Hasta que descubrió el camino de la moderación, un punto intermedio entre el ascetismo y el hedonismo. Y finalmente, encontró la iluminación bajo una higuera.
Buda, como pasó a llamarse, expresó que hay cuatro cosas, las Cuatro Nobles Verdades, que nos producen insatisfacción, dolor y desconsuelo: la primera, que toda existencia es insatisfactoria. Todo produce sufrimiento. La segunda, que el sufrimiento procede del deseo. La tercera, que puede ser vencido mediante el amor. Y la cuarta sería muy larga de desarrollar aquí.
El amor, por lo tanto, era el camino de felicidad, lo único que realmente puede dotar de sentido a la vida. Y eso, sin duda, se expresa de una manera preciosa en este cuento.
Pero también he encontrado otra lectura que me resulta casi que más interesante: la bruja protagonista, pese a que lo tiene todo, no es feliz. Y no sabe por qué. No es feliz, y eso le repercute emocional y físicamente. Tanto que comienza a adelgazar y a envejecer, y casi llega al umbral de la muerte. Pues bien, no sé si esa era la intención de la autora, Georgiana Bulancea, aunque creo que sí, pero eso, exactamente eso, es lo que siente una persona con depresión, uno de los grandes males de nuestros tiempos.
Quién haya tenido alguna vez depresión lo sabe perfectamente. Y es que no es fácil de explicar. Es un estado muy personal y totalmente intransferible. En mi caso, que alguna vez lo he vivido, lo suelo describir como un no estar, o como estar, pero no ser. Me explico: seguro que saben lo que se siente cuando, tras estar en un concierto o en un local con música a un volumen muy alto, al regresar al silencio, se escucha cualquier ruido como un eco lejano, como un murmullo. Pues apliquen eso al resto de sentidos físicos y a la propia conciencia. Así se siente uno cuando está profundamente deprimido, como a dos metros detrás de sí mismo, en el mundo, pero fuera del mundo; presente, pero perdido.
Y claro, cuando la tristeza te invade de esta manera resulta muy difícil salir. Los médicos y los psicólogos, por lo general, tienden a considerar que con determinadas sustancias químicas se puede salir de ese pozo existencial, de esa nausea constante. Pero no siempre funciona, en parte porque las causas que nos llevan a esa deriva no siempre son explícitas. Es más, casi nunca sabemos realmente las causas.
Pero, como bien explica este bello cuento, el amor puede ayudar, y mucho. Esa es la clave, a mí entender, de Bruja Anna. No sé si ustedes llegarán a la misma lectura a la que he llegado yo, ni sé si la autora pretendía relatar eso, una caída a los infiernos de uno mismo y un renacimiento gracias al amor. Pero, en cualquier caso, seguro que les hará pensar, y eso, en este mundo fútil, efímero y hedonista en el que vivimos, es mucho.
Esto, ya para terminar, demuestra la grandeza de la literatura y evidencia la magia de las palabras para transmitir sensaciones, ideas y reflexiones.
Enhorabuena.