En cierta ocasión, el gran Paul Auster, uno de los mejores y más prestigiosos autores de la segunda mitad del siglo XX —y de lo que va de siglo— dijo, o escribió, lo siguiente: «Los escritores somos seres heridos; por eso escribimos, para sanar en la medida de lo posible nuestras heridas». Cuánta razón tenía el estadounidense, aunque también es cierto que toda generalización es atrevida e inexacta. Además, en muchos casos, las letras se convierten en algo terapéutico y permiten a los escritores exponer, aunque sea mediante ficciones, sus emociones, sus desencantos, sus tragedias y su agonía existencial… además de solucionar sus cuentas con el pasado.
Sin duda, este es el caso del libro que nos ocupa, Franka, una extraordinaria, conmovedora y sorprendente novela escrita por el excelente autor colombiano Humberto Wilson Restovich, especialmente conocido por su labor como dramaturgo. Y no solo porque se trate de una historia real, sino que, como él mismo indica, de algún modo, escribir esta novela le sirvió de catarsis, de cura, de sanación.
El narrador, en primera persona, quizá el propio autor, rememora en pretérito un encuentro que mantuvo en Cali (Colombia) con Franka, su madre, que, a la postre, sería el último…
Franka, cuyo nombre real era Betty, había tenido una vida interesante y rica; hija de un migrante croata y de una colombiana, empoderada e independiente, vivió durante varios años en Nueva York, llegando a trabajar incluso en el World Trade Center, y tenía una posición económica solvente; sin embargo, anímicamente no estaba del todo bien: una profunda melancolía le afligía. Los motivos los vamos conociendo gracias a una narración en retrospectiva que realiza el narrador, que nos ofrece un recorrido
detallado de su complicada y extraordinaria vida: la dura historia de su madre, Encarnación, y de su padre, que tenía una familia antes de conocer a aquella, a la que no dudó en abandonar, y que maltrató sistemáticamente a la madre de Franka; posteriormente, por las dificultades económicas de Encarnación, tras la muerte del progenitor, en un extraño giro del destino, Franka, siendo aún una niña, termina siendo acogida por la primera mujer de su padre y cuidada por una de sus medio hermanas, para consternación de su verdadera madre, que había sido terriblemente traicionada.
Este será el comienzo de la trepidante aventura vital de Franka, cuyo desarrollo, que incluye varios matrimonios, no puedo desvelar en exceso aquí, claro está. Si quieren saber más, tendrán que hacerse con un ejemplar de esta fantástica novela de Humberto Wilson Restovich. Pero sí me voy a permitir la licencia de comentar algo sumamente interesante gracias a que se comenta en la sinopsis del libro: un sueño premonitorio advierte al narrador de la muerte de su madre, Franka… pero no se trataba de un fallecimiento natural… Y no será el único momento trascendental o paranormal de la obra… Y hasta aquí puedo leer.
En resumidas cuentas, Franka es una magnífica historia de vida, excelentemente narrada, gracias a la buena prosa y al rico vocabulario que desarrolla el autor. Aunque todo gire en torno a Franka, epicentro de la narración, el resto de personajes están perfectamente construidos y descritos. El autor muestra sus mundos interiores, sus conflictos, aspiraciones y contradicciones, sus particulares dramas existenciales. Por eso, aunque sea una obra levantada a partir de la realidad, se trata también de una excelente novela de personajes.
Además, el autor consigue generar intriga e incertidumbre desde un primer momento, algo esencial en cualquier obra de ficción, arrastrando al lector a que devore las páginas de la novela para conocer cuanto antes la historia completa de la protagonista y, por supuesto, de su hijo, el narrador, evidente alter ego, sobra decirlo, del propio autor.
Por otro lado, la fascinante narración de la historia de Franka, que, insisto, está basada en hechos reales, le permite a Humberto Wilson Restovich ofrecer atinadas ysentidas reflexiones, más o menos explícitas, sobre temas tan trascendentales, importante y humanos como el perdón y la redención, las siempre complicadas relaciones familiares, la nostalgia y la melancolía, la importancia de ajustar cuentas con el pasado no resuelto, o, por supuesto, el papel de la mujer en la sociedad pasada y presente. Al fin y al cabo, aunque se trate de una obra escrita por un varón, se trata de la historia de una mujer cuyo destino, al fin y al cabo, fue determinado en parte también por mujeres.
En definitiva, una novela cortita pero intensa y trepidante. El autor consigue desde el primer momento a los lectores empatizar tanto con el narrador como con su madre, Franka, cuya historia, sin duda, y al margen de que sea real, hará las delicias de todos los lectores, incluidos los aficionados a la novela negra, pues también hay bastante suspense en Franka. Total y absolutamente recomendable.
PD. No puedo desvelar nada, pero Franka tiene un final tan maravilloso y bonito como alucinante. La guinda perfecta, por inesperada y por genial, de esta preciosa historia de vida. Como dicen los estadounidenses, a veces la realidad es más extraña que la ficción.