Esto de escribir reseñas literarias tiene sus pros y sus contras. Por un lado, está bien porque nos permite a los críticos, falsamente considerados como escritores frustrados —o no tan falsamente—, estar al tanto de muchas novedades literarias que, de otro modo, nos resultaría difícil conocer, y eso que intentamos estar al tanto del rumbo de las letras. Por otro lado, no todo el monte es orégano, y de vez en cuando nos vemos en la tesitura de afirmar, siempre desde nuestra perspectiva subjetiva, que una obra es fallida, por el motivo que sea. Pero a veces, más de lo que uno podría esperar, nos encontramos con un texto que nos rompe por completo y nos permite reconciliarnos con este oficio tan maravilloso como extraño.
Este es el caso de la novela que nos ocupa, La lista del ahogado, una impresionante novela de suspense y acción, escrita por Augusto Dumont y publicada recientemente por la editorial Círculo Rojo, que hará las delicias de los amantes de las ficciones de espionaje internacional, a lo John le Carré, pero que también encantará a todos los lectores que gusten de leer buenas, complejas y extensas tramas, sean o no aficionados a este género.
Les cuento brevemente, a modo de aperitivo, sus distintos arranques narrativos.
Ubaldo (Scharfhausen) Marín, propietario de una enorme y exitosa empresa naviera, Cruz Marítima, una de las muchas empresas del Grupo Marín. Se trata de uno de los creadores de Sinón, un proyecto clandestino y privado de inteligencia que había ideado junto al interesante Jarib —del que prefiero no comentar nada—, con la connivencia del servicio secreto israelí. En torno a esto, a Sinón, se desarrolla la trama. Más concretamente, en torno a una posible filtración que, al parecer, se ha producido…
Por otro lado, tenemos a Dakota, que, junto a un equipo, anda realizando una misión en Coímbra, Portugal, para Sinón; una entrega; hasta que percibe que alguien está siguiéndole, lo que echa sus planes al traste. Pero consigue salvarse gracias a Visir, uno de sus instructores, que se había camuflado entre la multitud para controlar la operación… De nuevo, todo parece indicar que el secreto de Sinón había sido roto por una filtración… Pese a ello, los planes debían seguir adelante; y Dakota, junto a sus compañeros (Dos, Britt, Visir, entre otros), se disponen a seguir según lo previsto.
Pero no contaban con que el MI6, el servicio de inteligencia británico, andaba detrás de ellos por culpa de una extraña misiva anónima que incluía los nombres de seis personas asesinadas, según se afirmaba en el texto, por orden de Ubaldo Marín…
Y hasta aquí puedo leer. Como es lógico, no puedo desvelar en exceso la trama de esta adictiva, trepidante y extensa novela de acción e intriga. Les aseguro que no les he contado prácticamente nada del argumento, que se va complicando de forma exponencial. Varias tramas en paralelo, un montón de personajes más y escenarios de medio mundo de lo más variopinto. Asesinatos, secuestros, corrupción, espionaje… e intriga, mucha intriga.
En primer lugar, merece la pena destacar la elaborada y trabajada prosa que desarrolla el autor, elegante, concisa y correcta, con un vocabulario amplio, apropiado y bien utilizado.
Por otro lado, La lista del ahogado destaca por la extraordinaria cantidad de personajes que contiene y por lo bien diseñados y construidos que estos están. No se trata para nada de personajes planos y maniqueos, sino que, muy al contrario, son complejos, poliédricos y están llenos de aristas. Augusto Dumont se esfuerza, en su afán por dotar de credibilidad a la obra, en que parezcan reales, y para ello no solo construye sus mundos interiores, sus psicologías y sus personalidades, bien diferenciadas, sino que los dota de su propia historia y de un pasado. Todo esto permite que el lector empatice con ellos, aunque algunos desagraden, y comprenda sus motivaciones y sus conflictos; además, contribuye a crear una atmósfera inmersiva que, a su vez, propicia que el lector no puede parar de leer la obra.
A esta atmósfera inmersiva contribuye también la minuciosa descripción de los contextos por los que deambulan los personajes y en los que se desarrollan las distintas tramas, así como la presencia de numerosas historias reales, que además permiten dar veracidad y credibilidad a la historia.
Por otro lado, el autor construye la compleja trama a partir de diversas subtramas que se van entrelazando, como si de un gigantesco puzle literario se tratase, lo que le permite dotar a la novela de un ritmo vertiginoso y trepidante y de un suspense in crescendo que contribuye, una vez más, a que el lector no pueda parar de leer. Esto puede parecer fácil, pero es tremendamente complicado. Augusto Dumont lo hace con maestría, dosificando la información que transmite al lector, creando elementos de intriga —que se resuelven varios capítulos después— e incorporando giros narrativos espectaculares que enriquecen la experiencia.
Además, está claro que Dumont ha desarrollado una ingente labora de investigación y de contextualización histórica, geográfica, política, económica y sociocultural, algo que es absolutamente necesario en el caso de una obra de estas características, en la que la geopolítica, el capitalismo internacional, los servicios de inteligencia y la corrupción van de la mano. El realismo, sobre decirlo, es algo esencial en este género, y el autor consigue que desde el primer momento las tramas resulten creíbles y factibles.
En resumidas cuentas, una novela espectacular, repleta de suspense y acción, con un ritmo endemoniado y con un desenlace absolutamente brillante. Están tardando en hacerse con ella.
No se arrepentirán.