Las cosas no suceden como esperamos. Una verdad tan absolutamente incuestionable como puñetera. Sí, los humanos nos caracterizamos, entre otras cosas, por ser capaces de pensar en futuro, por construir predicciones a partir de nuestras experiencias presentes, lo que, de alguna manera, nos ayuda a sentirnos mejor en un mundo tan caótico y complejo como carente de sentido, al menos aparentemente. Pero no siempre acertamos en esas predicciones, y casi siempre se debe, también, al factor humano, aunque también el contexto influye, claro. Pues, del mismo modo que intentamos predecir nuestro futuro, inmediato o lejano, y construimos nuestra vida en torno a esas predicciones, con la inestimable ayuda de la razón, siempre termina apareciendo lo irracional, lo emocional, lo imprevisible. Es nuestra terrible disyuntiva. Somos así.
Esa idea tan evidente como desoladora, que las cosas no suceden como esperamos, se convierte en transversal en esta pequeña gran novela, Todo lo que tengo para darte, de la escritora Verónica Martí, recientemente publicada por la editorial Círculo Rojo.
La protagonista de esta obra es Pau (Paulina), una joven de treinta y cinco años (y un día). Al día siguiente de su cumpleaños despierta en la cama de alguien con melena rubia que no conoce… y que resulta ser una mujer, Nicole, con la que empieza a intimar. Además, unas horas después es testigo de una infidelidad de su jefe, casado y a punto de ser padre. El mundo de Pau, en muy poco tiempo, ha sufrido un terremoto. Y no será el último, ya que poco después conoce a otra persona genial, Héctor, y recibe un terrible diagnóstico médico…
Y hasta aquí puedo leer. Si quieren saber más, tendrán que hacerse con un ejemplar de esta cortita pero genial novela.
Desde una perspectiva puramente literaria, Todo lo que tengo para darte destaca por varios motivos: por su rica prosa, contemporánea, fresca, realista, descriptiva; por la capacidad de la autora para conseguir que, desde el primero momento, el lector empatice con la protagonista, Pau; por sus breves pero intensas y bien narradas escenas de sexo, nada soeces y muy descriptivas; por el ritmo frenético de la narración, siempre en primera persona, que hace que la obra se lea en un santiamén, en parte porque la trama es tremendamente adictiva; o por la brillante manera con la Verónica Marti consigue transmitir sentimientos y emociones, haciendo que el lector viva en sus carnes las alegrías y las tragedias que se narran.
Pero, sobre todo, destaca por la creación de los personajes, en especial la omnipresente protagonista, Pau, con un mundo interior supertrabajado, creíble, emocional, vital, contradictoria, compleja y muy realista. Además, el resto de personajes también están perfectamente elaborados y son igualmente poliédricos y riquísimos. Así, sin duda, Todo lo que tengo para darte es una novela de personajes.
Además, es un canto profundamente humano hacia la amistad como uno de los mayores privilegios que podemos disfrutar. Hay una frase del comienzo de la novela que me pareció especialmente representativa de esta idea: hablando de su amistad con Claudia, Pau dice: «Hemos vivido tantas cosas juntas que en todos mis recuerdos aparece ella». Qué maravilla sentir algo así, que afortunados son los que pueden decirlo.
Y poco más puede decir sin caer en spoilers. Y mira que me encantaría contarles cómo concluye esta emocionante obra, pero no puedo hacerlo. Eso sí, les puedo asegurar que el desenlace es tremendamente bonito y profundamente humano. La guinda que corona una obra con la que los lectores se divertirán, reirán, disfrutarán, pero también llorarán. Como la vida misma. Y es que, Todo lo que tengo para darte, volviendo a la reflexión inicial, es un ejemplo perfecto de aquello de que las cosas no suceden como esperamos. Por eso dejaron claro los sabios del pasado, como el gran Horacio, que hay que vivir la vida como si no hubiese un mañana, que el tiempo es escaso y la vida se escapa. Si tempus fugi, carpe diem.
En resumidas cuentas, una obra corta pero intensa, emotiva y preciosa. Están tardando en leerla.