El 23 de febrero del año 2001 se inauguró la Escuela Internacional de Educación Física y Deporte (conocida como la EIEFD), una importante y prestigiosa institución educativa creada por el gobierno cubano y centrada en formar profesionales de la educación física y el deporte, como su nombre indica, y dirigida especialmente a jóvenes con bajos ingresos económicos tanto de Cuba como de numerosos países extranjeros, especialmente del mal llamado Tercer Mundo. El fin último consistía en que los futuros profesionales estuviesen capacitados para enseñar y fomentar no solo las disciplinas comentadas, sino también los valores humanistas y sociales que caracterizan el gobierno de la isla desde la revolución cubana. No en vano, el propio Fidel Castro fue quien inauguró la EIEFD, que consideraba como uno de sus principales sueños —es de sobra conocida la importancia que Castro le daba al deporte.
Fue todo un éxito. Hasta 2016, fecha en la que se cerró, más de tres mil estudiantes, de 93 países, pasaron por esta universidad, todo un templo del estudio, gracias a las becas que les concedió el gobierno castrista. Muchos han terminado siendo importantes referentes tanto el mundo de la docencia política como en la esfera deportiva. Uno de ellos fue Caprices Fiacre Bumputu, un joven congoleño nacido en Brazzaville, en 1984, que se licenció y en la EIEFD y que ahora, unos años después, cuenta su historia, y la de esta institución, en este conmovedor e inspirador libro, Yo, en el sueño del comandante en jefe, publicado recientemente por la editorial Círculo Rojo.
Como él mismo comenta, consiguió una beca para la EIEFD en 2005. Así, no solo pudo vislumbrar un futuro prometedor, sino que consiguió salir de los inimaginables problemas sociopolíticos a los que se enfrentaba en su país; como sucedió con la inmensa mayoría de aquellos más de tres mil estudiantes. Allí pasaría más de cinco años, compartiendo estudios y vivencias con personas de todo el mundo, nutriéndose de la cultura cubana y latina, aprendiendo el español y formándose como profesional de la Educación Física. Así, la obra consiste en una pormenorizada crónica de sus vivencias, perfectamente narrada, rica tanto por su prosa como por su vocabulario, y con un apartado gráfico extraordinario y muy enriquecedor. Por supuesto, no voy a entrar en dar demasiados detalles de la tremenda experiencia vital que el autor relata en Yo, en el sueño del comandante en jefe; si quieren saber más, tendrán que hacerse con un ejemplar. Pero sí que me gustaría comentar algunas ideas de fondo que me resultaron especialmente llamativas e interesantes.
Caprices parte de la interesante idea de que este proyecto, como otros tantos ideados por el gobierno cubano, con el comandante en jefe Fidel Castro a la cabeza, contribuyó a la principal idea de este: que un mundo mejor es posible, y que eso solo puede hacerse mediante la educación y la solidaridad entre las personas y los pueblos. Así, el autor muestra claramente su apoyo al modelo de estado de Cuba, siendo consciente de que el proyecto utópico no se ha podido desarrollar en toda la plenitud por la inferencia extranjera y, sobre todo, por el dichoso bloqueo impuesto por Estados Unidos desde hace décadas.
Al margen del tema político, merece la pena apuntar algo que, al menos a mí, me llamó profundamente la atención durante la lectura de esta obra: ¿por qué no existen iniciativas como esta en los países capitalistas, siendo como son, en su mayoría, potencias con presupuestos enormes y una capacidad bestial para generar y distribuir recursos de todo tipo? Si se puede hacer en un país como Cuba, con un PIB ridículo, con el hándicap de varias décadas de bloqueo, con un nivel de pobreza extraordinario, ¿por qué no se puede hacer en otros lugares mucho más ricos y prósperos? Creo que saben la respuesta…
Aunque el autor se muestra profundamente apenado por el cierre de la EIEFD, hecho que le motivó a contar su experiencia a través de la escritura, no pierde la esperanza en que algún día vuelva a resurgir, y sigue luchando, dentro de sus posibilidades, para que su espíritu permanezca activo y vivo. Como dicen en Cuba, y como repite Caprices, la lucha sigue, «hasta la victoria siempre».
En resumidas cuentas, Yo, en el sueño del comandante en jefe es una bellísima e inspiradora obra, tanto por la personal e intransferible historia de su autor, Caprices Fiacre Bumputu, como por la extraordinaria labor que durante más de una década hizo la EIEFD. Personalmente, dado que no conocía esta humana y altruista iniciativa, quiero agradecer al autor su generosidad al mostrármela, y al mostrársela a todos sus lectores. Seguro que el comandante, allá donde esté, le estará eternamente agradecido por su labor, por sus buenas letras y por este necesario libro.