En esta cárcel de cien páginas, se hallan cumpliendo condena setenta y tres poemas presos repletos de contradicción continuada, allanamiento de locura y asesinato constante de la vida. Sin motín a la vista por falta de acuerdo entre ellos, intentan poner orden a su vida en el día a día de la prisión. Custodiados por la pereza, la desidia, el olvido, la duda y el fracaso claroscuro, reciben sus vis a vis en su más profundo pensamiento. Por la enfermería donde nada tiene cura, en una noche fría de invierno se fugó la locura por un agujero lleno de pelos, y en cien años de pesadumbre, sólo un preso obtuvo la condicional un día antes de su muerte. Dejaron volar libre su imaginación intentando descubrir el delito exacto, de todos y cada uno de ellos, sin saber tan siquiera cuál era el suyo propio. Cuando se apagan las luces, todos comienzan sus sueños, unos con la luna, otros con el mar. Este libro no está recomendado para niños, monjas ni clérigos.