Tras Lo que no se aprende en Salamanca, aparece esta nueva obra de narraciones cortas, ideadas a partir de la observación y la imaginación a lo largo de los últimos dos años, y escritas durante el periodo de confinamiento causado por el coronavirus. Decía Antonio Machado que “después de la verdad, nada hay tan bello como la ficción”. Ponerse a escribir, permitiendo que la imaginación vuele sin límites, sin fronteras, eliminando los corsés y dejando fluir libremente las ideas, es una sensación tan extraordinaria, que nada se le puede comparar. Pulir y desbastar hasta darle la forma deseada, es otra de las tareas que completan este círculo inventivo. La bombilla de la creatividad se enciende con la chispa de la experiencia y el aprendizaje, con una noticia, una conversación, o simplemente, con la magia de la palabra.