En la primavera de 1937, el Ejército Popular de la República prepara una gran ofensiva en la zona centro, una línea discontinua protegida por pequeños núcleos de resistencia con un puñado de jóvenes soldados defendiéndolas. Separados estos puestos por varios kilómetros entre sí, es ideal para la infiltración. Se intenta atraer a las fuerzas del Ejército Nacional para descongestionar la zona norte, estas aguerridas tropas doblegan a los soldados de la república. El presidente de la República Española quiere dar un golpe de efecto, cuenta con el beneplácito de los asesores rusos, sus tanques y aviones. Del Ejército del Centro extrae las tropas con más experiencia en combate, los más fogueados y políticamente comprometidos, los herederos del extinto 5.º Regimiento, con estos soldados forma el Ejército de Maniobra, dividido en dos cuerpos, compuestos por nueve divisiones, más de 120.000 soldados, incluyendo las peligrosas Brigadas Internacionales.
La Sociedad de Naciones sigue atentamente el desenlace de la batalla, del resultado depende dar por perdida la República Española, aceptando un nuevo régimen o socorrerla, hay mucho en juego. El 6 de julio de 1937, da comienzo en Quijorna la «Batalla de Brunete». La épica está asegurada.