Los maestros canteros masones fueron de gran importancia durante la Edad Media. Estos personajes, también llamados escultores de la piedra franca, ornamentaron y dieron vida a las grandes catedrales y abadías que en aquel tiempo se construían en Europa.
Esta novela relata la vida de uno de ellos, un personaje ficticio, de carácter contradictorio y grandes dudas existenciales, pero extremadamente culto, que sacrificó gran parte de su vida para entregarse en cuerpo y alma al oficio que le enseñó su padre, otro conocido maestro masón.
Escogió dos caminos, uno el de sus sueños y otro el de los franceses, y los dos lo guiaron desde su pueblo natal de San Pedro de Moissac, en la Occitania francesa, a León; y años después hasta la misma plaza de la catedral de Santiago de Compostela.