Como si de un inmortal personaje se tratara, Nicolás, el protagonista de El Hijo del Tiempo es un alquimista, un individuo extraño y de edad desconocida, que lleva siglos viajando a lo largo de la senda de la historia en busca de unos misteriosos discos de oro a los que se perdió la pista en tiempos de Moctezuma. Siguiendo un trayecto que no será lineal sino que irá dando saltos, desde la conquista de Tenochtitlan por Hernán Cortés hasta el conflicto en Filipinas a finales del XIX, pasando por la Guerra de las Dos Rosas en la Inglaterra del XV y otros tantos escenarios igual de intrigantes, el lector vivirá una apasionante aventura en busca de esos extraños objetos. Los discos forman parte de una increíble máquina abandonada por los dioses y que podría abrir la puerta a nuestros orígenes, pero también, al caos. Salpicada de simbolismos como la Cábala o la inmortalidad, no faltan tampoco las referencias a elementos culturales y mitológicos de diferentes culturas, que resultaran sugerentes y enriquecedores para el lector. Esta es una novela que podríamos catalogar dentro del género de aventura y ciencia ficción, pero en la que encontramos también rasgos de novela histórica y de misterio, donde el autor, además, fabrica con maestría un puñado de escenarios históricos profusamente ambientados y documentados. Escrita con un estilo depurado y fluido, El Hijo del Tiempo es, sin duda, una buena lectura para disfrutar en cualquier momento.