El tercer poemario de Juan Pablo Sánchez Miranda, inspirado por la muerte de su tío, supone un viaje de sanación cuyo punto cero es el fondo de la herida, la sangre desnuda e irredenta. Desde el primer poema, escrito el mismo día en que su tiempo se partió en dos, el autor nos presenta, como si fuera un poliedro, las distintas caras y enveses de todo su proceso de duelo: poemas que van desde el dolor más desgarrador, producido por el zarpazo de la muerte de un ser querido, hasta la serenidad final marcada sobre la cicatriz de la aceptación y reconciliación con quien se ha ido, con el mundo y con uno mismo,
finalmente curado y convertido en una nueva persona emergida de las cenizas de un adiós.
En todo momento, la poesía se mostrará como un refugio en el que lamer las heridas y escanciar sobre ellas el brebaje mágico de las rimas, dialogar con quien no está, rememorarlo, deconstruirlo e incluso volverlo a encajar en ese vacío inerte que dejó en la vida tras convertirse en huésped de un sueño. Aquellos lectores que se adentren en las profundidades de estos poemas podrán comprobar cómo sus versos les llegan a resultar familiares, pues, en algún momento de nuestra existencia, todos hemos emprendido el mismo viaje y transitado el mismo camino, la misma herida que el autor despliega ante nosotros desde lo más hondo de sus entrañas.