Aquellos que os adentréis entre las páginas de este libro recorreréis un laberinto por el océano más turbulento y el sendero más pesado, así como por el mar que brilla en calma y el campo verde y abierto. Repleto de las emociones más pesadas y dolorosas, de tormentas, relámpagos y truenos, y, a su vez, os toparéis con mensajes esperanzadores, puesto que siempre llega la primavera tras el invierno. Podría decir que si las páginas fueran una ilustración, serían un fénix en todas sus etapas, decayendo, muriendo y resurgiendo de sus propias cenizas, pues así es la poesía, cálida y fría, como el fuego y el hielo. En él se hallan todos los sentimientos más extremos que consolidan un ser, así como el amor más profundo y esencial hacia la naturaleza. Repletísimo de metáforas, que, aunque puedan parecer hipérboles, creedme al decir que no lo son. Amores, desamores, pasiones, mares, montañas, criaturas, libertades, sensaciones… Sentires, todo se reduce a sentir, pues respirar lo hace cualquiera. Y como dijo Ana Frank: «El papel es más paciente que las personas».