3141 nuevas voces posibles, nacidas del más puro, ortodoxo y bello castellano. Este es el sorprendente tesoro de palabras diferentes que encierra este diccionario. Es ficcionario, porque son palabras inventadas por el autor. Es piccionario porque su número se acerca a pi. El resultado, sumamente atractivo, proporciona al lector una caricia múltiple, procedente del provocador arrullo de los nuevos vocablos. Su lectura puede hasta generar adicción, como se dice en las «instrucciones o manual de uso». El editor, además, ratifica la voluntad del autor, la asume y acepta el juego propuesto, en el que todos nos vemos involucrados: remitir a esa doble ka del seudónimo, Kolia de Kazán, para futuras ediciones de la obra, cuantas ideas derivadas puedan surgir de la lectura y reflexión sobre el diccionario. Pocas aportaciones hay en la época reciente tan ricas en contenido, tan sugerentes en la forma de decir, tan completas, eficaces y redondas en su conjunto como el presente diccionario de palabras inventadas. Quien se sumerja en cualquiera de sus páginas, de inmediato estará inmerso en una diversión que atrapa: disfrutará con lo que lee, pero sentirá la necesidad de crear otras voces por su cuenta.

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