Huella líquida es la que dejamos en una persona cuando ponemos de nuestra parte
apoyo, consejo, acompañamiento o cualquier otro tipo de ayuda para que esa persona
progrese en su camino hacia la excelencia personal y profesional. Como el agua, va
calando poco a poco y no se ve, pero ayuda a crecer y fructificar.
Podemos dejar nuestra «huella líquida» en las personas que trabajen en nuestro
equipo, y también en colegas, amigos y conocidos en diferentes momentos de la
vida. La gran aportación de la «huella líquida» es que no tiene protagonismo, pero
acelera los procesos de crecimiento y maduración. Cuando aparecen los frutos, la
persona que los logró se siente un poco más feliz, y nosotros con ella —aunque sea a
distancia—, porque hay pocas cosas que den más satisfacción que poder decirse a sí
mismo: «yo contribuí en la medida de mis posibilidades a que esa persona se sienta
mejor en la vida». Estoy totalmente de acuerdo con Khalil Gibran cuando dice que hay
quienes dan con alegría y esa alegría es su premio, y con Isabel Allende cuando llega al
convencimiento de que, al final, solo se tiene lo que se ha dado.
En ese contexto, este libro recopila algunos de los artículos publicados en las redes
sociales, agrupados en diferentes temáticas. Considero una especie de deber cívico
cooperar de alguna forma con el mayor número posible de personas, porque estoy
convencida de que es la mejor forma de enderezar el rumbo de este planeta maltrecho
y conseguir un mundo mejor: la clave de esa transformación está en las personas, y a
ellas dedico mis afanes en los ámbitos personal y profesional.
Encontrarás aquí un conjunto de recetas, reflexiones y comentarios que pretenden
acompañarte, de forma sencilla y un tanto humorística, en tu proceso de mejora
continua como persona en tus facetas personal, profesional y social.
Espero que su planteamiento te resulte práctico: está pensado para que lo leas de
un tirón (si eres de esas personas que no apagan la luz hasta que llegan a la palabra
fin), o que puedas escoger una lectura rápida y concreta que te permita cerrar el
libro y hacer algunas reflexiones para confirmar tus enfoques adecuados o pensar en
replantear algunos mejorables.
Me encantaría aportar con ello un pequeño estímulo positivo a ese precioso proyecto
que llamamos vida, y me sentiría muy satisfecha si decides convertirte en una persona
«polinizadora», porque ahora es más cierto que nunca aquel dicho popular que reza un
grano no hace granero, pero ayuda al compañero. En el siglo XXI, el de la conectividad y
la interdependencia, o lo conseguimos entre todos o no lo conseguimos.