La presentación es uno de los mejores lugares para poner eso que los americanos, en el lenguaje propio de la mercadotecnia, llaman a call to action, que no es otra cosa que un guiño para establecer cierta empatía con el posible cliente para que haga algo que nos interesa, en este caso, comprar y leer la obra. Este introito quizá se aleje de esta idea mercantil. Esta novela es de línea empírica, nada que ver con la actual, por lo general, enfocada al ocio y sin grandes devaneos experimentales. Pretendo llamar la atención sobre lectores amantes de propuestas más arriesgadas. El lenguaje que utilizo es exuberante, a la par que preciso, con un léxico y unas imágenes cuyo poder evocativo son grandes, una mezcla de lo inverosímil con la realidad cotidiana, de la dureza y de la dulzura.
La novela se desarrolla en una localidad imaginaria de la Castilla profunda. Los hechos acaecidos en el seno de dos familias y sucesivas generaciones, desde 1830 hasta una fecha indeterminada en el futuro inmediato, describen entre sus tribulaciones: el amor platónico, filial, maternal, la locura, la muerte, la penuria y la crueldad; proporcionando el leitmotiv, como excusa para dotar el texto con numerosas figuras. Durante la trama se producen muchos saltos temporales, un complejo crisol de vivencias de medio centenar de personajes que son expuestas de forma poligonal, sobre todo triangular; a partir de sus diarios manuscritos; por el narrador, y por una enigmática protagonista, que hasta un inesperado final, no desvelará la verdad de su existencia. Por medio de una locución poco habitual, esta elipsis narrativa se centra en el uso de las palabras con el fin de la búsqueda de ritmo y sonoridad con fines expresivos, musicales, poéticos, narrativos y belleza constructiva. Algunos de los términos propuestos, a modo de realidad aumentada, enriquecen el texto, brindan contenido adicional y proporcionan al lector curioso una fuente muy amplia de historias y nuevas narraciones. Los autores de obras de arte, los pasajes musicales y las versiones incluidas son reales, se pueden buscar, ver y escuchar.
Quizá esta novela sea más propia de la década de los 60, donde el ensayo gozaba del reconocimiento de críticos, editores y lectores, pero, al fin y al cabo, uno escribe con toda libertad lo que le viene de las musas.