«Esta historia es real y sucedió en un pueblo perdido de los Pirineos, mejor que pueblo, en una aldea olvidada o villorrio casi enterrado entre rocas y pinares». Así comienza el primer relato de este libro. «Se cansó de la aldea y, a pesar de sus muchos años, buscó otras tierras, otras gentes, otro cielo y a ser posible otras madrugadas sin lluvia. Tal vez fuese un dislate. Pero era su dislate». Y así concluye el último de los relatos. Entre ambos, hallamos un mundo de emociones y sentimientos que configura tan solo una parte, una pequeña parte de la complejidad humana, a veces o casi siempre, difícil de entender. Personajes como Charly, cuyo nombre, origen y vicisitudes son un misterio. O Monipodio, a caballo de siglos de historia. O Clarisa, pregonera de unas fiestas singulares. O Rita y Ader, cuyos amores dan título la libro. O Castillo y Llanura, poeta que gusta escribir sus versos en un banco del parque. O Elsa, la chica sami que nunca deja de ser chica sami. Cada historia se nutre del abundante manantial por el que fluye la realidad y la fantasía. Pero ya queda dicho. Es solo una pequeña parte de la complejidad humana.