Daniel nos cuenta cómo es convivir cada día con su hermana Blanca y su síndrome de Cohen. Nos ofrece un relato sencillo que emocionará, en el que se nos muestra una forma de comunicación especial mediante pictogramas, y que será reflejo para todos aquellos que intentan entender qué ocurre en la mente de un niño autista. Érase una vez una niña que no quería ser princesa.
Era una luchadora, una guerrera Cohen. Mi guerrera percibe el mundo de una manera diferente a los demás. Cada vez que puede, vuela para explorar su mundo, su realidad. Mi guerrera es como el mar: unas veces en calma; otras, en tempestad.