D. Fernando de Córdoba y Válor fue coronado rey por los moriscos, debajo de un olivo en una finca de Narila con el nombre de “Muley Aben Humeya”. Conocido como “Aben Humeya”, dirigió la sublevación hasta el 20 de octubre de 1569 donde fue asesinado en Laujar de Andarax. Le sucede como rey su primo, con el nombre de “Muley Abdalá Aben Aboó “, conocido como “Aben Aboó”; de nombre cristiano D. Diego López Abenabo, fue beneficiado de Mecina Bombarón, y ocupa su lugar como nuevo rey de los andaluces (1569-1571), siendo reconocido y apoyado por el Sultán de Argel (Alluc Alí). En su estandarte rojo figuraba el lema que adoptó: “No pude desear más ni contentarme con menos”. Conquista Serón y Órgiva; y logra reunir un ejército con más de 10.000 soldados con el que llega hasta Alhendín, a las mismas puertas de Granada, y manda emisarios para sublevar los reinos de Murcia y Valencia. Por otro lado, Felipe II llama a su hermanastro, D. Juan de Austria, y lo nombra Jefe Supremo, que con los Tercios de Flándes logra sofocar la rebelión, con un ejército al final de la contienda de 46.000 soldados y artillería: la suerte estaba echada. En septiembre de 1570 se inicia el asedio definitivo a las Alpujarras “a sangre y fuego”, talando los bosques, incendiando los campos, y degollando a cuantos moriscos se cruzaban en su camino. Aben Aboó intenta desesperadamente tomar Salobreña y Almuñecar para recibir refuerzos por mar, pero no lo consigue. El combate final tuvo lugar entre Ronda y Sierra Bermeja en 1571, frente al Duque de Arcos. Derrotado, se retira con los restos de su tropa a Mecina Bombarón. Finalmente, es traicionado y asesinado por Gonzalo El Xeniz en una cueva de Berchules, en el pago del Huzum. De este modo, acabó la última lucha por la independencia, en una guerra desigual entre el poder del mayor imperio del mundo y un pueblo labriego, artesano, no belicoso y amante de su libertad.