La novela se asienta en la reconstrucción de restos arqueológicos de época romana tardía en la ciudad de Madrid y su entorno. Se nos cuentan dos historias que transcurren paralelas: la correspondiente a una hipotética inscripción, y un particular punto de vista sobre la gestión del patrimonio arqueológico. En el fondo es una gran novela de amor, narrada por Vázquez, un gestor que habla para sí mismo, y a veces para los demás, protagonizando su propia transformación. Desde ella nos hace patentes los dos temas esenciales: el amor de Amantia, que nos lleva a su periplo descrito en un lenguaje culto y refinado, y el conflicto generado por los hallazgos arqueológicos en un área delicada de la ciudad. En uno y otro momento, el amor y sobre todo el poder son la trama que se impone a los anhelos y esperanzas del individuo. Vázquez será el personaje necesario para que no quede en el anonimato de la eternidad dos nombres de mujer. Em ambas historias existe una feminidad subyugadora. La obra supone una llamada de atención al lector sobre todo lo referente a los bienes patrimoniales más degradados. El autor ha querido incidir en la escasa atención que, en general, concedemos a estos bienes públicos porque desconocemos que lo son, debido a que los administradores, los políticos, no nos dan toda la verdad sobre los hallazgos y descubrimientos ya que hay que «vivir el presente». El autor nos ofrece este «grito literario» para hacernos ver que el hombre no es ajeno ni a su medio, ni a su historia.