Esta balada nos hace revivir, aunque sea solamente desde un punto de vista literario-documental, la historia de la villa de Alcobendas en los años que precedieron a la transformación radical de este núcleo de carácter rural mantenido durante siglos en otro netamente urbano para que sus personas, anhelos, esperanzas, costumbres, devociones no caigan en el olvido. A través de los ojos de José Luís, niño madrileño aquejado de raquitismo, descubriremos la villa de Alcobendas, a donde se traslada su familia aconsejada por los médicos, buscando aires menos contaminados. José Luís pasará sin transición de un mundo cementos y ocres de un Madrid saliendo de una guerra fratricida a otro lleno de claridad y colorido. Colisión de dos mundos: el urbano y el rural. “¡Y aparece Alcobendas!, Villa varada en el llano, envuelta en rubios campos de labranza, henchida de claridad del cielo. Y también el viejo campesino, aferrado al fértil labrantío, en las tierras a las que arrancó el pan y con las que seguirá fundiendo sus entrañas. La villa de Alcobendas se convierte para el niño en un gran patio de juegos, de experiencias, de ilusiones, en la que todo es ya posible”. “¡Son tantos los significados del ser, como la vida, como la muerte!, que fueron necesarios los ojos de un niño, llenos de lunas y de soles, para descubrirnos los anhelos de esta pequeña comunidad de la villa de Alcobendas”.