Todos los acontecimientos que tienen lugar en nuestra vida están relacionados, de una u otra manera, con las decisiones que tomamos y con las acciones que llevamos a cabo en coherencia con tales decisiones, constituyéndose finalmente nuestras actuales circunstancias como el resultado de todas las decisiones que hemos tomado hasta llegar al momento actual en que nos
encontramos. De tal manera que si tales decisiones han sido correctas (buenas), su repercusión en el devenir de nuestra existencia será, a todas luces, positiva.
A lo largo de mi carrera como psicólogo, he sido testigo de cómo algunas personas (cada vez más) se ven inmersas en una vida con la que no se sienten satisfechos y puedo asegurar que la mayoría de ellos no son capaces de comprender, hasta qué punto, las circunstancias que están viviendo no son más que el resultado del conjunto de “malas decisiones” que han ido tomando
en distintos momentos de sus vidas.
Por eso es tan importante que nuestras decisiones sean correctas, de manera que nos lleven a emprender acciones correctas que, a la larga, terminen repercutiendo de manera positiva en nuestras vidas. Por eso es tan importante que nuestras decisiones sean “Buenas Decisiones”.