“A lo largo de la vida hay por lo menos un pozo para cada uno de nosotros”, prosa este alquimista de filosofías, de creencias vitales, de cotidianeidades destiladas a un plano metafísico. Desde ahí, desde nuestras propias profundidades, preparándonos para levantar el vuelo se activan en el desplegar de nuestras alas los miedos, las dudas, los sentidos y los sinsentidos. Se activa todo lo que nos pertenece por consecución e identidad, así como lo adquirido por corriente sanguínea y vías respiratorias. Y es en ese momento clave cuando uno se pregunta si estará dentro de la condición humana atreverse a volar más allá de lo establecido y encontrar, o al menos intentarlo, el espacio donde conseguir ser uno mismo.
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