Las leyes de nuestra sociedad establecen la escolarización obligatoria de todos los niños y niñas entre los 6 y los 16 años. Esta obligación se establece sobre la base de las innegables ventajas que una buena educación proporciona a las personas. Por este motivo, las administraciones son especialmente celosas en el cumplimiento de esta norma. Niños y niñas deben asistir sí o sí a estos establecimientos escolares, con independencia de sus circunstancias personales y de sus deseos y preferencias. De esta forma, la escolarización obligatoria se convierte de facto en bastantes casos en un aprendizaje a la fuerza. Pero, ¿es posible aprender a la fuerza? ¿qué aprendizaje se produce? ¿es conveniente este aprendizaje? ¿es eficiente? El aprendizaje a la fuerza, ¿no estará impidiendo o dificultando un aprendizaje real y natural? Y más allá de estas consideraciones sobre el mero aprendizaje. ¿Qué efectos sobre la salud y el desarrollo del niño tiene esta obligatoriedad educativa?