El municipio integrado por los núcleos poblacionales de Doña María-Ocaña, al comenzar los años treinta del siglo pasado se encontraba entre los más atrasados de a la a su vez remota provincia de Almería, donde el agua para consumo humano se obtenía de la acequias para el riego y aún no había llegado el alumbrado eléctrico a los hogares de sus residentes. A todo esto había que añadir las deficientes instalaciones escolares, sirviendo como escuelas viviendas casi en ruinas, y la existencia de una gran masa de población obrera, no poseedora de bienes de producción, junto a unos pocos propietarios absentistas, que sólo aparecían por el pueblo para recoger los beneficios de sus propiedades, sin importarle el bienestar de sus trabajadores, a quienes pagaban sueldos de hambre por jornadas de trabajo interminables. La reacción del pueblo a este trato medieval es lo que vamos a poder contemplar en este libro, así como la reacción de los poderes militares y fácticos a la finalización de la guerra.