¡Cuántas veces no encontramos la palabra adecuada para expresar lo que sentimos o pensamos! ¡Cuántas veces esa palabra es malinterpretada o no comprendida! ¡Cuántas veces el idioma se nos queda ridículo y pequeño y no acertamos a decir exactamente aquello que deseamos!
Y, sin embargo, el lenguaje sigue siendo el mejor vehículo de comunicación y cada palabra encierra todo un mundo de significados que hacen realidad aquello de que una palabra vale más que mil imágenes.
Si, para colmo, con esas palabras pretendemos comunicar nuestros sentimientos el problema se agudiza y casi llegamos al mundo de lo inefable. Por eso he querido en este libro hablar de los dos pilares sobre los que se sustenta mi vida: la Palabra y el Amor. E intentar fundirlos por medio de estos poemas, sencillos pero auténticos, nacidos de ese esfuerzo que siempre he realizado por darle a la palabra toda su dimensión y todo su valor.
Aunque, muchas veces, haya que terminar aceptando, como Rafael Alberti que “las palabras, entonces, no sirven: son palabras.”