Al cabo de su larga existencia y de sopetón, a Abraham le surge un avance del gravísimo problema en forma de diagnóstico cuya absorción se contrae por causas perfectamente definidas en el argot científico de las que él creía haber estado alejado a lo largo de su vida. El impacto psicológico es fulminante. La perniciosa soledad le invade siendo muy peculiares las fórmulas o alternativas que a sí mismo exige y aplica para intentar salvar la grave coyuntura, en tanto que el resultado definitivo le llega. No se lo dice ni tan siquiera a su esposa y con prontitud, y en solitario, se pone en marcha, pensando y decidiendo qué reacciones tomaría en cuenta y cuál su desenvoltura ante diagnósticos de cualquier signo y desfavorables, o desistir, dándole la razón al experto, plegando las velas del vencido, o auspiciar y sondear en lo más profundo del propio ser por si acaso esa aseveración formal estuviera poseída de componendas erradas, pues en ocasiones la cualidad verdadera suele estar demasiado escondida en el hombre ¿Qué caminos tomar cuando el proyecto iniciado y que se creía en marcha repentinamente llega el experto emitiendo el rotundo fallo, en el peor de los casos aclaratorio de la incapacidad del autor para seguir adelante con la mínima aspiración de triunfar? En la sufrida espera, y a la expectativa de culminarse todo, y cotidianamente acompañado del temor ¿Cómo el protagonista podría abordar las distintas fases de esa durísima transición? ¿De cualesquiera de las maneras, resolutivas en el frecuente uso, o sea, con química o alternativas que pudieran combatir la soledad no deseada e intentar sanar? ¿O con ambas cosas a la vez, yendo directamente a la yugular del problema con determinación? ¿O rehuyendo de todo, obsesionado quizá con la vía expedita de la propia extinción? En cualquiera de esas fases definitorias con prontitud el lector será atraído por la hondura humana de la historia y lo que le circunda, manteniéndose así hasta el final, envuelto en la profundidad de un relato original y, a pesar del fondo dramático, muy entretenido, en el que para obtener conclusiones propias, el protagonista se muestra ejerciendo una obligada muestra dinámica y cultural, acicate que estimula el atractivo de la propia historia que se cuenta, pudiéndola asumir tanto las mentes más exigentes como las desidiosas o negligentes, aunque todas ellas puedan estar agazapadas en supuestos meramente teóricos y en ocasiones inclasificables, a la expectativa de salir a flote las auténticas.