La muerte inesperada de un gran amigo de la adolescencia lleva al autor a una reflexión sobre el tiempo vivido en esa etapa, al recuerdo de algunas de las aventuras y proyectos que un grupo de buenos amigos de barrio compartieron. La construcción de una balsa, los primeros amores, los devenires estudiantiles de un muchacho desorientado y sobre todo una profunda reflexión existencialista sobre el sentido de la vida. Todo ello encuadrado en una pequeña ciudad llamada Miranda de Ebro.
Una historia amena, sentimental y reflexiva que bien podría aplicarse al mundo adolescente pasado de cualquiera que viviera los años ochenta, y a la vez un reflejo de que las cosas en ese maravilloso e inestable momento del desarrollo humano no han cambiado tanto. Un relato de muchachos para adultos.