Veinte euros, una mochila y un cuaderno para afrontar un viaje periodístico de diez días al centro de la pobreza. Más allá de cifras y porcentajes, se encuentran crudos testimonios donde se entremezclan el miedo, la soledad y la indiferencia así como la solidaridad, la superación y el compañerismo. Todo ello es lo que trata de reflejar ‘El latido de los desheredados’ contando la historia que no se cuenta, la historia de varios de los invisibles. El resultado es una obra que recoge la miscelánea de relaciones, los hechos que tienen lugar y los diferentes diálogos cuyo objetivo no es presentar una situación de buenos y malos sino acercar una realidad y profundizar en sus entrañas para dar voz a quienes no la tienen visibilizando una problemática dramática que, por desgracia, se ha asumido como un hecho cotidiano. En definitiva, un relato con el que reivindicar la condición de personas: que haga sentir, pensar, que duela. Es el latido poniendo de relieve lo humano. Son los desheredados a quienes se les ha robado parte de la herencia de la vida.