Todo comenzó en París, cuando Michel caminaba por la Rue de l´arbre junto a la iglesia de Saint-Germain en pleno centro parisino. De repente, vio un maletín junto a un contenedor de basuras. No sabía lo que podía contener ese maletín, ni advirtió, en aquel momento, el alcance que tendría en su vida coger el maletín hasta que lo abrió y pudo comprobar que estaba lleno de decenas de fajos de billetes perfectamente ordenados. El hallazgo del maletín había transformado a Michel.
Cada vez que pensaba en el maletín palidecía. Cada vez que se mencionaba un detalle, por muy insignificante que fuera, sobre un maletín, sobre cualquier maletín del mundo, su cara cambiaba. Sin embargo, Michel no podía soportar la idea de desprenderse del maletín. Por una parte, estaba en su cabeza, quería quedarse con el contenido del maletín; por otra parte, quería olvidarlo, dejarlo tras de sí, pasar página. Sentía apego y desapego por aquel maletín. En busca de una respuesta a su dilema, Michel viajará a varias ciudades europeas, en las que vivirá curiosas experiencias, hasta encontrar la solución a su dilema. El maletín es un hallazgo y una pesadilla, una solución y un problema, un encuentro y un alejamiento, una palabra y un símbolo, una mujer y un color… Con este maletín viajaremos y reflexionaremos. Tal vez cada uno de nosotros llevemos en nuestra mente un maletín.