Huellas que no dejan rastro narra el recorrido vital y simbólico de Ivo Löwy, una persona de nuestros días, un incrédulo, un escéptico movido por la corriente de un deseo escondido. Ivo busca rastros y es un ser errante; Ivo no deja ni encuentra huellas y transita a través de laberintos perfectos: el movimiento en círculo y, su consecuencia, una trayectoria espiral, que hacen de él una sombra y también un vórtice. Aquello que con mayor determinación persigue jamás parece estar a su alcance. Cada trayecto transcurre a la luz difusa de una señal distinta: apócrifa, exánime, atávica, acrónica y atónita. De estos cinco transcursos, dos suceden a la luz del día, dos durante la noche y, uno más tanto de noche como de día. ¿Pero dónde y cómo sucede cuanto aquí se narra?