Cuando se brindan muchas pistas al lector sobre el contenido de un libro, se puede sesgar y hasta contaminar la lectura del lector. No obstante, para efectos prácticos, un libro sin unas palabras que lo apadrinen es como un niño expósito.
Odio, celos, envidia, traición, homicidio, falsas ilusiones y buena parte de la naturaleza viciosa y malsana que se anida en el interior del ser humano tienen cita en la convulsa región donde los personajes de esta «semblanza humana» tienen su escenario. Una región que el autor ha tenido cuidado de llamar ciudad, urbe, o metrópoli, porque allí donde exista un asentamiento humano, donde el hombre haya puesto su codiciosa mano y su incansable pie que sojuzga, allí tiene cabida y se desarrolla hasta el más inusitado de los conflictos. Esa región lleva por nombre: Sur Níveo. Y Sur Níveo es una pintura tenebrista en donde la claridad siempre tendrá propensión a refugiarse en las tinieblas.
En palabras de Borges: «Ojalá seas el lector que este libro aguarda».