“Nada me fue dado en principio sino la vida, y fui campesino por nacimiento, estudioso por naturaleza aunque con ayuda de la providencia según creo, teniente en el ejército llamado rojo durante nuestra guerra civil, cabo en el ejército nacional, minero en la posguerra, propietario agrícola y ganadero cuando todo el que podía, huía de estos medios como alma que lleva el diablo, católico en lo religioso, en lo social primero despreciado y después considerado como hombre de bien y en lo cultural, escritor privado con ejercicio desde mi infancia, aun teniendo por bien cierto que nadie verá lo que tengo escrito y lo que pueda escribir, por haberme desenvuelto
en estos humildes medios y no en el que me hubiera correspondido por mi grado de cultura lograda a la luz de un candil con instrumentos que me vinieron por azar. Ya sé que escribo para que todo cuanto expreso y relato haya de convertirse en basura y de aquí que venga en preguntarme ¿quién ha de ser el conocedor y juzgador de esta mi historia y de tantos personajes anónimos que conmigo lucharon, padecieron y comentaron? ¿quién conocerá al Brutanga, al
Monsergas, a Antonio el Mago, a Paca la Gorda, a Felipe el Tuerto, al comandante, a los comisarios y a otros tantos personajes tan significativos de la masa anónima, antaño denominada por mí Santa Hermandad de los Ignorantes? Encomiendo estos textos a mi bienhechora, la providencia, por si resultase conveniente que fuesen conocidos para disfrute de los verdaderos, aunque anónimos, españoles…”