El ser humano, por defecto, desde siempre aunque mágica y míticamente ha dado explicaciones a casi todo. Y mientras así sucedió, el progreso tanto humano como técnico fue muy limitado. La ciencia que ha transformado nuestra forma de vivir y entender el mundo, tal como la entendemos hoy día, comienza hace poco más de 400 años con figuras de gran talla intelectual tales como Copérnico, Kepler, Galileo y Newton. La ciencia es una rama del saber humano que se caracteriza por el uso de un método propio, el método científico, en la búsqueda de la verdad, realidad o como quiera que le llamemos. El método científico aunque no es infalible ni autosuficiente constituye una conquista humana, un refinamiento no natural, como tampoco son naturales el tocar el piano, el comer con cubiertos o la presunción de inocencia, pero con implicaciones infinitamente mayores. Hoy sabemos que no venimos bien preparados de “fábrica” para descubrir la realidad, sino para sobrevivir. Hoy sabemos que los humanos no destacamos de forma natural en lógica, que fallamos estrepitosamente en el cálculo de probabilidades y que además padecemos sesgos cognitivos que condicionan en gran medida la eficiencia de nuestras decisiones. En este libro en el que el autor ha querido que el humor no falte, se muestran diversos aspectos tanto metodológicos como éticos que tienen que ver con la ciencia. Se enumeran los diferentes pasos del método científico, y se argumentan por qué, ni los sentidos, ni la intuición, ni el tan necesario sentido común, son suficientes por separado para desentrañar lo que llamamos realidad. El propósito final de la obra es hacer patente la prudencia con la que los humanos deberíamos afrontar ciertos eventos, dotar al lector de algunos recursos y de paso hacerle reflexionar sobre si necesita o desea ser más flexible y crítico.