A la vista de los años que tengo, que no son mancos ni pocos, un día me dijo mi amigo Luis Bonmatí: ‘Querido Mariano, no entiendo cómo no te ha abandonado aún la poesía’ . Pero la realidad es mucho más grave, ya que no solo no me ha abandonado, sino que insiste en seguir pegada a las rocallas de mi alma, desde las cuales me fortalece, me espolea, me revoluciona, me insemina, me contamina… Yo siempre me he sentido muy a gusto en la compañía de esta amable señora, invluso cuando alguien de ambientes muy distintos, y también muy distantes, me ha mirado no poco sorprendido para decirme: ‘¡Ah! ¿Pero tú escribes poesía?’ Y yo le he dicho que sí, que escribo poesía, pero que también la siento y la vivo, que me acuesto y me levanto con ella y con ella me lavo y desayuno. Porque la poesía es una forma de ser, de sentir y de vivir.