Lo que menos podía pensar, Esther, era que aquella foto rancia que acababa de descubrir en la prensa del día, perteneciente a un bandolero del siglo XIX, pudiera cambiar tanto su vida. El nombre que aparecía en el titular: “Juan León”, no le era desconocido lo había escuchado en repetidas ocasiones cuando, siendo aún una niña, su madre y hermana cuchicheaban creyendo que no las escuchaba, pero ¿quién fue ese Juan León y que tuvo que ver con su familia? Entusiasmada, descubre que batalló en la Guerra de la Independencia, que fue indultado por sus antiguas correrías y que desapareció, de la faz de la tierra, cuando volvía a su finca tras perder todo su patrimonio en una partida de cartas. Dispuesta a averiguar más sobre ese mítico bandolero, acude a una exposición rodante sobre la Guerra de la Independencia y se ve envuelta en una experiencia paranormal que le muestra imágenes de un crimen del pasado. Desorientada por la visión, acude a su prima y, esta, le descubre que Juan León, antepasado de ambas, fue asesinado pero que, antes, previendo su trágico final, entregó a sus dos hijos, además de sendas llaves, un escrito lleno de intriga que ha venido pasando de generación en generación y que va a tener la oportunidad de leer. Tras la emocionante noticia se propone descubrir la verdad y averigua que, un compañero de trabajo al que detesta, descendiente también del bandolero y poseedor de la otra llave, busca obsesionado, desde que era un niño, la solución al enigma de Juan. Desalentada, conjetura que para llegar al fondo del asunto deberían aunar sus fuerzas y que, por mucho que le cueste aceptarlo, debe sugerírselo. Poco imagina la joven descendiente del bandolero, que la historia que pretende desempolvar esconde secretos tan peligrosos que, a pesar del tiempo transcurrido, siguen siendo tan comprometidos como para poner su vida en jaque…