Crees tener una vida perfecta hasta que un día…. ¡Zas! ¡Lo encuentras con otra!
Típico tópico hasta que Atenea te recuerda que a veces no tener suerte en aquello que planeaste es lo mejor que podía suceder.
Emma consiguió abrir los ojos como platos en un mundo de locos, convertir su corazón hecho en pedazos en sueños olvidados y escucharse así misma gritando: ¡Lo conseguiré! ¡Me lo merezco! ¡Lo haré! Convertirse en valiente y aterrizar en una ciudad enorme donde aprender a sacar la mejor versión de sí misma.
La vida es más divertida cuando pones a una Afrodita en ella y Atenea te grita.
Cuando consigues hacer tus sueños realidad en manos de una psicóloga que te emociona, en compañía de una sexóloga loca que convierte las más bella de tus sonrisas en improvisadas fantasías o con la chica de los eventos que te monta una festa en un momento. La vida es mejor bailarla si vas vestida de fiesta con los talleres de Marina la estilista divina.
En medio de tantas emociones, Emma aprendió a escuchar a sus Diosas y la vida dejó de convertirse en color de rosa para ser un apoteósico Arco Iris. Porque Afrodita me incita y Atenea me riñe, pero después de todo no está mal una dosis de Lolita en vena para acabar ardiendo en los brazos del mismísimo diablo y entrar en un doble juego aun sabiendo que puedes quemarte. Batalla de Dioses en sus emociones, Batalla de Diosas que la aconsejan en su interior: ¡Emma el que no arriesga, no gana! ¡Emma no te enamores! Pero, ¿qué pasa si Emma deja a un lado a Atenea y pierde la cabeza en la batalla de Dioses?
Porque una vez que decides ser una Diosa… ¡Empiezas a vivir!