Un día te despiertas y estás sola, no recuerdas quién eres ni qué haces intubada en una sala oscura del hospital Monte Sinaí. Escapas y te sorprendes cuando descubres que te llamas Lorena Walkitz; eres joven, bella y una de las mujeres más ricas de este planeta. «No está mal —piensas— si ese es mi destino». Pero entonces… ¿Qué te pasa
por la mente cuando descubres las imágenes grabadas de tu asesinato?
Y que el asesino es tu marido, pero que él está muerto y tú, viva. Pitito es un psíquico con pocos escrúpulos que tiene como ayudante a Vincent Martin, un informático venido a menos con la crisis de 2008. Vincent se pluriemplea como portero de un edificio de lujo en TriBeCa, donde se entera de los últimos rumores sobre la alta
sociedad neoyorkina. Esta simbiosis beneficia mayormente a Pitito, que se nutre de dichos cotilleos para acrecentar su fama y su bolsillo.
Estos personajes se cruzan para resolver el misterio que se esconde tras Lorena Walkitz y, mientras lo hacen, atraviesan insólitos escenarios: una pastelería, un callejón oscuro con un monstruo, un bosque donde la gente es asesinada y desaparece, un hospital siniestro, un convento desquiciado y, lo que da más miedo…, una fiesta llena de
frívolos multimillonarios pertenecientes al nuevo orden mundial.
En esta aventura, en la que no se olvida el sentido de humor, se pretende sin pedantería que el lector reflexione sobre la muerte, la religión, la inmortalidad y el sentido de la vida.
Un aviso: esta novela es adictiva, así que si eres una persona religiosa, no la leas, es profundamente irreverente. Si es usted un progre de izquierdas moralmente superior, no la lea: es políticamente incorrecta.
Bueno, eso son dos avisos.