Lola, Adora y Adela, tres mujeres de la misma familia, tres generaciones que entrelazan una historia entre la miseria de postguerra y la mentira arrastrada para poder seguir respirando cuando la vida niega el aire.
Vidas arrastradas por las coincidencias del destino, ese que hace de las casualidades el medio por el que dejan de tener sentido las decisiones humanas. No importa dónde nos escondamos, lo que tenga que ser será.
Una historia de opuestas situaciones que hacen de los no olvidos el motor para entretejer una tela de araña llena de pasiones y entregas prohibidas y ocultas, hacer del perdón último el suspiro para morir en paz.
“Supo que la vida teje redes, finos hilos que se van trenzando hasta componer una malla en la que todo flota, que el destino se encarga de reunir, como por casualidad, lo que los humanos, ingenuos ellos, creen haber rematado con un adiós que se creyó definitivo. Nada se olvida mientras haya una sola mano que recuerde un tacto, nada termina hasta que los ojos se cierran y la tierra acoge, y, ni aún entonces, lo que quedó atrás tiene dicha su última palabra”
“En ocasiones la vida te entrega la sonrisa sin que la busques, te la pone en los labios para hacerte comprender que, durante una eternidad, sólo has vivido para eso, para escuchar la plegaria de quien destrozó una vida,para hacerte ver que tienes el poder en tus manos, en tus ojos y en tus labios. El poder de la gloria o del fuego eterno”.
“La vida era eso, caer en los mismos errores del resto del mundo, aprender que, después de todo, cada cual tiene su sitio, que nadie puede saltarse los límites”