“El Patrimonio Histórico Cultural de un pueblo comprende las obras materiales y no materiales que a través del tiempo y el espacio expresan la creatividad de ese pueblo (UNESCO)” Esas obras, a veces sólo nos quedan sus huellas, hablan solas, son parlantes, son el pasado, son la historia, pertenecen a la memoria, y muchas veces encierran un mensaje polivalente. El patrimonio es herencia que recibimos y nos pertenece no en propiedad sino en calidad de custodios, protectores y transmisores al presente y al futuro. Somos custodios, protectores y difusores no en calidad de opción libre y voluntaria sino con mandato y obligatoriedad recibidos; transgredir esta norma nos convierte éticamente en irresponsables y maltratadores. La Historia siempre pide cuentas. El Patrimonio Histórico Cultural no puede ser mercantilizado, ni fiscalizado; su disfrute debe ser universal y colectivo, no es de una época, pertenece a todo tiempo; no es de unos pocos, pertenece a todos. El Patrimonio nos comprende, explica e identifica; y desde esta perspectiva debemos desarrollar nuestras potencialidades y proyectarnos. El futuro siempre es incertidumbre. Valderredible ha entrado en un futuro incierto. Este libro, “La voz de las piedras”, quiere permanecer para siempre; debería haber sido escrito hace cien años pues algunas piedras ‘parlantes’ ya han desaparecido. Algunos libros deben ser leídos con los ojos y con los pies, éste puede ser uno de esos, lo que me permite invitar a recorrer el valle de Valderredible que es mi Valle.