“Existencias atrapadas entre imaginarias redes, proveedoras de vida plena pero fugaz, incapaces de evitar la consecución del destino e indefensas ante el frío de la intemperie. Ninguna condición permanece. Es el tiempo, a su ritmo, quien dicta las mudanzas vitales de los hombres así como las distintas percepciones de su mundo.” Una mujer deja su brillante carrera profesional en su país, en busca del recuerdo de una pérdida en un valle perdido entre montañas. Una pareja contempla el derrumbe de su relación, motivada por sus dudas e inseguridades. Un joven intenta medrar hacia la consecución de su independencia ante las dificultades de su propio idealismo. Son algunos de los personajes que en “Redes contra el frío” tratan de tejer redes que les faciliten la consecución de sus anhelos. Los distintos ambientes se ven envueltos en un mundo sugerente de sentidos, necesarios para descubrir dónde estamos y qué somos. Nos lleva a descubrir nuestros vínculos con la naturaleza, que en ocasiones disfrazamos con un halo sobrenatural. “Redes contra el frío” plantea la vieja dicotomía entre el mundo urbano y el mundo rural, y contempla la decadencia de este último. De sus costumbres y valores que desaparecen de forma irreversible.