Este es un recorrido autobiográfico y de autoayuda a lo largo de varios puntos, que me han hecho reflexionar sobre el sentido de la vida, y mi visión positiva de ella, así como el valor del esfuerzo, la voluntad y el sacrificio para avanzar y no retroceder. Personalmente admiro a esas personas que llevan siempre una sonrisa en los labios a pesar de las adversidades. Que espontáneamente transmiten paz y serenidad a su alrededor, que saben escuchar y ponerse en tu lugar, que no le tienen miedo a la vida, porque han decidido manejarla y dominarla desde su propio centro poniendo sus miras hacia “el infinito y más allá”. Que echan mano del buen humor, sabiendo trivializar cuando es necesario o simplemente, han aprendido, cuando así lo requiere, a tomar el camino por la tangente, poniendo muelles en sus pies (como me decía una alumna muy querida) para saltar ante las dificultades y distanciarse de las cosas, para poderlas ver más en perspectiva, y con calma. Yo anhelo ese equilibrio y lucho por conseguirlo día a día.